Argentina es el segundo país con más casos de personas con trastornos en la alimentación. Una joven nos cuenta su experiencia y nos explica por qué es de vital importancia prestarle atención a esta problemática. (Stephanie Tiemersma)

La incidencia que tienen los trastornos alimenticios en todo el mundo es conocida por una amplia gama de organizaciones vinculadas a la salud: 7 millones de mujeres y 1 millón de hombres sufren bulimia o anorexia, entre otros desórdenes en las comidas. Argentina está ubicada en el segundo lugar del ranking mundial en lo que a problemáticas alimentarias se refiere, superada sólo por Japón. La situación se torna más grave cuando familiares y allegados minimizan las conductas destructivas realizadas por quienes padecen esta clase de patologías. Por otro lado, desde el Estado no hay una política pública específica y sostenida para tratar este tipo de enfermedad. Los daños emocionales, psicológicos y físicos que sufren las víctimas están extendidos a lo largo y a lo ancho de todo el país, lo que convierte a este fenómeno en un verdadero problema de salud pública.

“Mi bulimia empezó cuando yo tenía trece años. Iba a la secundaria y muchas veces los preceptores o los directivos piensan que el bullying, las bromitas, son inofensivas. Pero los chicos son muy malos a esa edad, se meten con tu manera de ser, con tu manera de pensar, con vos, con tu identidad. Entonces mis compañeras me hacían a un lado porque en ese tiempo era nueva. Empezaron con los insultos suaves como que era una ‘agrandada’, una ‘cheta’, una ‘careta’. Después fueron otros, que era puta, que a los profesores me los hablaba para que me aprueben y las autoridades de la escuela sabían lo que me decían y no hacían nada, me dejaron sola. Yo sentía que tenía tanto dolor que no sabía cómo demostrarlo. Algunas se cortan y yo empecé a vomitar”, nos relata una joven que pudo salir adelante tras hacerle frente a esta enfermedad.

Un relevamiento realizado por la Asociación Ciudades Sin Bullying arrojó resultados que respaldan la relación entre el acoso escolar y los Trastornos de la Conducta Alimentaria: el 23% de las víctimas de este tipo de ataque tiene una imagen negativa de sí mismo y casi un 30% expresa autodesprecio u odio, características clásicas a la hora de desarrollar bulimia o anorexia.

Según la Organización Mundial de la Salud el 15% de quienes padecen trastornos alimenticios mueren a causa de estas patologías: “La bulimia a mí me trajo problemas en el aparato cardiorespiratorio, gastritis nerviosa, inflamación del páncreas, desgastamiento del calcio de los huesos, defensas bajas y tendencia a la anemia. Por ejemplo, si voy a un gimnasio, traspiro, salgo y me da el viento me pueda enfermar. O en épocas de calor se me baja la presión al punto de que me empieza a dar taquicardia. Bueno, problemas en el corazón. El corazón deja de funcionar porque es un órgano débil y lo lastimás. El hígado, como no comes y te provocas el vómito, el mismo jugo gástrico te puede provocar una úlcera y podes morir de eso. No sé si las chicas que vomitan lo sabrán”, expresa la muchacha que fue víctima de bulimia.

Otra causa de muerte es el suicidio. Nuestra entrevistada nos cuenta que ella jamás consideró esa posibilidad ya que, una vez descubierta la enfermedad, tuvo el apoyo de su familia y amigos. Sin embargo, conoció a través de las redes sociales a una mujer que sí lo intentó. Ella, habiendo sido internada tres veces y con un peso de 23 kilos,  intentó suicidarse porque una compañera le dijo que era gorda y que nunca nadie la iba a querer. Tomó gran cantidad de somníferos, y para salvarla tuvieron que realizarle un lavaje de estómago.

El otro lado

Los grupos Pro-Ana, así como los Pro-Mia, están integrados por personas  que defienden la anorexia y la bulimia como un “estilo de vida” y brindan consejos que terminan agravando la enfermedad. Uno de los blogs destinados a esta actividad tiene como carátula visible la frase “nada sabe tan rico como ser delgada” y da consejos del calibre “Si te gusta demasiado la comida, tienes un antojo insuperable, pues cómelo pero échale jabón o algo no tóxico, así lo vas a devolver al segundo de metértelo en la boca y la próxima vez que lo veas o huelas solo te dará asco”. O bien “Toma un vaso de agua antes de empezar a comer, sigue tomando agua durante toda la comida, cada mordisco toma un buen trago de agua, esto te ayudará a que el vómito salga más rápido y fácilmente”. La joven nos comenta que cuando ella tuvo bulimia nerviosa, llegó a conocer esta clase de grupos.

Son muchas las razones que llevan a las personas a tener este tipo de comportamiento. Nuestra entrevistada confiesa que cuando se purgaba sentía que  sacaba todo el dolor que tenía adentro, todas las palabras que le decían. Creía estar a un paso más de ser perfecta, obsesión recurrente en los trastornos alimenticios. Cuando vomitaba se vaciaba de todas las cosas que tenía adentro y no podía decir.

La salida

Hay varias formas de superar esta enfermedad, la más efectiva hasta el momento es la propuesta por la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia. Este organismo está compuesto por un grupo de profesionales especializado en la prevención y tratamiento de los trastornos alimentarios. La rutina de recuperación incluye dietas saludables y grupos de autoayuda. Consultada al respecto, la joven nos explica que ella no necesitó del grupo porque tenía mucha contención familiar, pero que de todas formas para pedir ayuda uno tiene que tocar fondo: “Lo superé leyendo libros, charlando con chicas que pasaban lo mismo o con personas que me entendían. Pero lo superé también aceptándome tal cual soy y sacando la fortaleza desde donde no la tenés. Es como una adicción, es como el adicto al alcohol o el adicto a las droga, vos salís cuando tocás fondo. Cuando sentís que necesitas hacerlo. Yo me di cuenta cuando vomité sangre, me estaba lastimando y mi mamá me dijo ‘pará, pará ¿no ves? no tenés nada en el estómago, para’. Esa fue la primera vez y terminé de salir cuando me miré al espejo y vi lo que era. Pesaba cuarenta y cinco kilos, el cabello se me caía por lo que no comía. Me toque las costillas y era puro hueso. Me iba desvaneciendo y todos se daban cuenta menos yo. Entonces ahí fue cuando di un giro de 360 grados a mi vida y recapacite”, nos relata esta chica.

Además, ella recomienda que si tenés algún familiar o amigo con esta enfermedad no seas invasivo ni exigente. No juzgues a la persona. Si el caso es extremo hay que consultar a un profesional pues a quien sufre de bulimia o anorexia le resulta difícil entender su situación: “Para las chicas que lo están pasando, les quiero decir que si yo salí ustedes también pueden y que no lleguen al punto de que las intuben, no lleguen al punto de matarse. No quieran ser perfectas, porque son perfectas tal cual son. Son más que sus notas o su cuerpo. Y no necesitan seguir dietas, teñirse de rubio o matarse en el gimnasio. Son perfectas siendo petisas, gordas, altas, flacas, rellenas, voluptuosas. No sigan el ejemplo que la sociedad les impone. No quieran ser perfectas para alguien más. Lleguen al punto donde ven que están mal y buscan ayuda. No estamos solas en esto”, reflexiona la joven.