Sigue la tensión en el ingenio San Martín de El Tabacal. Los obreros suspendieron la huelga de hoy para el próximo 1º de julio y la empresa amenaza con sanciones. Realizamos acá una genealogía de la firma: la norteamericana Seaboard Corporatión.

Hacerlo tiene un alto valor analítico porque pincelaría en parte la forma en que las corporaciones  norteamericanas se trans nacionalizaron y arribaron a países y provincias como la nuestra.

La historia que la Seaboard difunde como propia se inicia en 1918 en Kansas, EEUU, cuando habría adquirido su primer molino. Entre esa fecha y el año 1966, sus esfuerzos se concentraron en expandirse por el interior del territorio estadounidense. Desde 1968, en cambio, la Seaboard empezó a practicar lo que ya otras corporaciones norteamericanas ejercitaban desde los 50: expandirse a otros puntos del planeta.

La Seaboard, en definitiva, se convirtió en una multinacional que como todas, vio en las fronteras de los estados nacionales un obstáculo a su crecimiento. El poder del Estado norteamericano ayudo mucho en el objetivo. A veces echaba mano a la intervención militar lisa y llana para sacarse de encima a gobiernos que defendían la soberanía nacional; a veces alcanzaba con apoyar algún golpe militar en el país donde sus empresas quería instalarse; y a veces simplemente se contaba con el auxilio de gobiernos dóciles que se encargaban de abrirles las puertas a los conglomerados económicos, diseñaban un sistema legal que les facilitara enormes rentabilidades y se auto imponían limites en sus facultades a fin de no incomodar a los que se presentaban como los agentes del desarrollo.

Todos esos métodos tuvieron siempre un mismo soporte ideológico que en lo central supuso lo siguiente: el Estado que recibía a la corporación reconocía la existencia de países centrales y periféricos; establecer que el objetivo de estos últimos es lograr que la periferia arcaica que hoy somos devenga en Estado moderno; para ello propone importar los modernos sistemas de producción del primer mundo; para finalmente permitir el ingreso de la multinacional que al ingresar a este escenario ayudarán a que el idiotismo tercermundista que supuestamente padecemos se convierta en civilidad primermundista.

Lógicas como esta explican el desarrollo de la Seaboard desde el año 1968. Según la web de la compañía en ese año se produce el primer desembarco de la corporación en un país distinto al de EEUU: Sierra Leona. Un año después ya tiene sede en Guyana. En los 70, Nigeria, Liberia y Ecuador le abren sus puertas. En los 80, el Caribe y América Central. En los 90 arriban, por primera y única vez, a nuestro país, adquiriendo el ingenio que alguna vez manejó con mano de hierro Patrón Costa. El presente de la firma es también bastante impresionante: dieciséis sedes en trece estados norteamericanos, dos en Canadá, dos en México, una en Guatemala, dos en Honduras, una en Nicaragua, una en Costa Rica, otra en Panamá, ocho en seis países del Caribe, catorce en Africa y dieciséis repartidas en ocho países de América Latina de los cuales una, lo dijimos, se encuentra en Orán. La ramificación por el planeta es tal, que en 1983 fundó la Seaboard Marine que cuenta con una flota de 40 barcos y 50.000 contenedores.

El ingenio El Tabacal es parte de ese emporio con presencia en 25 países. Acá produce azúcar aunque desde el año 2009 también el bioetanol. Lo hace acá como también lo hace en una planta de Oklahoma adquirida en marzo del 2008 cuando instaló el High Plains Bionergy que produce 120 millones anuales de biodiesel.

La Seaboard, en definitiva, es poderosa por acumulación de capital, pero también porque los gobiernos que en nombre del desarrollo le abrieron las puertas no paran de otorgarle beneficios fiscales, impositivos y políticos en nombre del desarrollo, aunque nadie pueda explicar aun porque Orán se ha convertido en una de las ciudades más pobres, desiguales e insegura de la provincia.