“Somos la fuerza moral frente a la frivolidad y el engaño”, agitó Fernando de la Rua en el acto de cierre que protagonizo en Rosario el 19 de octubre de 1999. Chacho Álvarez, por su parte acuso al menemismo por el Estado endeudado y sin recursos.

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A cinco días de la elección del próximo presidente de la Nación, la Alianza cerró ayer su campaña electoral con la mirada puesta en la provincia de Buenos Aires. Vamos a terminar con esta fiesta para pocos, sin éstos que llevaron al país a esta situación, convocó el candidato a presidente Fernando de la Rúa, al final del acto frente al Monumento a la Bandera. Y agregó, en uno de sus momentos más aplaudidos: Somos la fuerza moral frente a la frivolidad y el engaño.

En el mismo lugar en el que Raúl Alfonsín cerró la campaña antes de ganar las elecciones presidenciales de 1983, con el mismo locutor de aquella ocasión pero en un contexto completamente distinto, De la Rúa encabezó un acto que combinó el contacto de los candidatos con miles de simpatizantes, con una puesta en escena televisiva impecable. Doce cámaras, grúas neumáticas, dos pantallas gigantes, una iluminación especial para el Monumento a la Bandera, fuegos artificiales, videos de campaña preparados para el acto y una coordinación milimétrica en la organización hicieron que el acto tuviera en la televisión tanto o más vigor que en la ribera del río Paraná.

El virtual empate en la pelea por la gobernación bonaerense volvió a tensar los nervios de la coalición y le dio al acto de ayer algo de la emotividad que le había faltado al resto de la campaña. No hubo más de cinco minutos sin alguna referencia a la pelea de la candidata a gobernadora bonaerense por la Alianza, Graciela Fernández Meijide, y su competidor por el PJ, el vicepresidente Carlos Ruckauf.

Tras el discurso no previsto de Meijide desde el escenario, el candidato a vice, Carlos Chacho Alvarez se refirió a ella como el punto de inflexión en la política y la mujer que con coraje derrotó al aparato político más grande y que incluía lo peor de la política argentina, en alusión a la victoria de Meijide en las elecciones legislativas de 1997. Quiero expresar mi solidaridad con Graciela, dijo luego De la Rúa, quien antes se había referido a la frepasista como la futura gobernadora bonaerense.

A las 20,45, Chacho Alvarez subió al escenario para hacer el discurso más caliente. “Faltan muy pocos días para que termine la pesadilla menemista. Tras diez años de corrupción, vamos a tener un presidente honesto en la Argentina”, dijo para arrancar el primer aplauso cerrado. Para entonces, los organizadores hablaban de cien mil personas frente al escenario.

El comisario inspector a cargo del operativo policial, Alfredo De Luca, estimó que había entre 25 y 30 mil personas. En el corralito que rodeaba al escenario reservado para los dirigentes, el componente era netamente aliancista: los radicales Jesús Rodríguez, Marcelo Stubrin o Antonio Berhgonhgaray se mezclaban con los frepasistas Aníbal Ibarra, Juan Pablo Cafiero o Darío Alessandro.

Los manifestantes, en cambio, eran en su inmensa mayoría de la UCR. Álvarez criticó la política económica del gobierno y señaló que no sólo vendieron las joyas de la abuela; vendieron a la abuela y ahora dejaron el estado endeudado y sin recursos. Cuando dijo que no queremos más un gobierno de los poderosos, recibió una nueva ovación.

Postales de esta Alianza: la dirigente de centroderecha jujeña, María Cristina Guzman, aplaudía al jefe del Frepaso con tanto entusiasmo como Fernando de Santibañez, el ex banquero amigo de De la Rúa y fundador del liberal CEMA -el centro de estudios del que proviene el ministro Roque Fernández- y que se perfila como uno de los hombres más influyentes en un hipotético gobierno de la coalición.

Pasadas las nueve subió De la Rúa en un marco imponente. Banderas radicales y el clásico volveremos a ser gobierno como en el 83 venían de la calle. Parecían recuerdos del pasado: De la Rúa nunca se refirió a la UCR y se mostró como si hubiera sido un militante de la Alianza de toda la vida. El discurso de De la Rúa fue como su carrera política: arrancó con una monotonía sedante y terminó con una de las arengas más enérgicas y emotivas de toda su campaña. El candidato recorrió primero toda la plataforma política de la Alianza con el sopor de quien lo ha hecho ya mil veces. Pero luego se desentendió del cansancio de una jornada en la que había recorrido Tucumán y Río Cuarto y había puesto toda su energía para defender en el final de su discurso la elección en la provincia de Buenos Aires. “Vienen con arengas agraviantes. ¡Pero al pueblo no se lo apunta al pecho con un arma! ¡Somos un país libre y vamos a crecer! ¡Hagámoslo entre todos, y lo vamos a hacer porque somos más!”, cerró De la Rúa a viva voz, mientras de fondo estallaban los fuegos artificiales y la gente levantaba las banderas argentinas.

Hubo una arenga de la fórmula para que los fiscales de las mesas electorales controlen la elección del domingo. “Vigilen, a controlar los comicios”, había dicho Chacho Álvarez. Pero la hipérbole de los fiscales llegó cuando De la Rúa los calificó como los adelantados de la libertad.

*El artículo llevaba la firma de ERNESTO SEMAN, el enviado especial de Clarín a Rosario de santa fe. Fue publicado el miércoles 20 de octubre del 1.999