FM Rosicler, radio comunitaria de la comunidad boliviana que transmite desde el barrio Miguel Ortíz, fue obligada a cesar sus transmisiones. Su propietario asegura que todo se debe a una disputa entre pesos pesados de la radiofonía local.

La radio comunitaria FM Rosicler está ubicada en el barrio Miguel Ortíz, dentro de la casa en la que vive Rubén González, su propietario. Está sobre la calle Pueyrredón al 2.800, a metros de la Avenida Constitución Nacional. Desde allí transmitía por la 91.3 hasta que fue obligada a cesar sus actividades hace dos semanas.

El 4 de octubre, la radio recibió una intimación del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) para que diera de baja su transmisión. Los argumentos: que provocaba interferencias en FM Aries, ubicada en el 91.1 del dial, una de las emisoras más escuchadas de la provincia.

“Estoy al lado de una radio muy potente”, dice González, de 45 años. “Nos están perjudicando grande. Llegó un documento diciendo que cerremos y si no obedecemos nos desmantelan el medio, a pesar de que estamos en el censo. No tenemos el Permiso Precario, hay pocas radios que lo tienen. Pero estamos dentro del censo de AFSCA, hoy ENACOM”, cuenta.

“Inmediatamente acudimos a un abogado para hacer un descargo. Hay un dicho en el documento, que nosotros interferimos al dial del 91.1, sabiendo muy bien que ellos trabajan con una potencia muy grande, que es un kilo (1000 watts) o más todavía, y nosotros estamos con 600 watts. Tendría que haber un técnico matriculado que haga un testeo para saber en qué horario interferimos”, dice González. Y agrega que el argumento de la interferencia “es mentira, aquí buscan cómo sacarse del medio a una radio comunitaria”.

“Estoy llegando a zona norte, a partir de la Entre Ríos hasta Ciudad Judicial, Castañares”, cuenta González. Explica que su alcance le permite llegar a unas quince mil personas de la comunidad boliviana. Y explica que el problema no es de su radio, sino una disputa entre dos medios pesados que transmiten con mucha potencia: “En el mismo dial (91.3) está la radio del Nuevo Diario. Aquí prima el poder político, el poder económico. Sabiendo que AFSCA tenía un expediente del censo, nunca me dijeron nada. En el descargo que presentamos en el ENACOM el 14 de octubre les he mostrado los papeles. Un miembro del que era el COMFER me conoce y sabe de la situación. Cuando le dije ‘pero usted sabe de los documentos’, me dijo ‘sí, pero deben estar encajonados’. Saben todo”.

González muestra los papeles del censo realizado a la radio en 2014. Allí figura que Rosicler transmite con 600 kw y una antena de 10 metros, declarando que lo hacía desde el 91.3. El año pasado, FM Ya, la radio del Nuevo Diario, volvió a transmitir desde el 91.3 después de una disputa legal. En el medio de todo quedó González.

“Hace cuatro años que nosotros empezamos a difundir una radio comunitaria donde queremos llegar a todos los hermanos migrantes. Con ese concepto se ha creado este medio, para llegar a los hermanos obreros, proletarios, fabriles, agricultores que trabajan en la finca. Porque pocos medios toman atención a los hermanos que están fuera de la urbe, de la parte metropolitana. Queremos hacer conocer la idiosincrasia de los hermanos migrantes, en especial de los hermanos bolivianos. Hacer conocer sus vivencias, su cultura, su tradición, sus costumbres”, dice González, sentado en el estudio de Rosicler, hoy silenciado.

La radio tiene un humilde pero cómodo estudio, repleto de posters y afiches referidos a Bolivia y a la comunidad. Pero ni siquiera puede salir por internet debido a problemas técnicos propios de la precariedad de la emisora, que no recibe pautas sino que es autogestionada. Emitía en quechua, aimara, guaraní y español. Está avalada por el Consejo Internacional de Residentes Bolivianos en el Exterior. Transmitía de 6 a 23 horas y trabajaban 18 personas, incluidos algunos estudiantes de la carrera de Comunicación de la UNSa.  “Hay hermanos colombianos que hacen un programa. Hay un programa, Cintura Cósmica, que habla de toda Latinoamérica. Hay un programa dedicado a los niños, y programas solidarios”, enumera González. “Yo conduzco un programa sobre la idiosincrasia de los hermanos bolivianos”, completa.

“Una radio con la voz de un paisano que habla quechua y aymara inmediatamente entra en las fibras de cada corazón de cada hermano. Calor, sentimientos, a todos los hermanos, a los compatriotas. Y le ha molestado a muchos medios que nosotros hemos empezado a difundir por internet la radio Patria Nueva, de Bolivia, que da noticias en vivo y en directo de 6 a 7 de la mañana. Para que se enteren en quechua, aymara y guaraní sobre las cosas que pasan en Bolivia”.

González quiere que el problema se resuelva para poder volver al aire. No le interesa cambiar de dial. Prefiere hacerlo antes que perder la voz de la comunidad: “Nosotros sí o sí queremos salir. Tenemos los programas. Es una emisora no lucrativa, no tenemos pautas. Tenemos identidad propia”.

“No estamos saliendo por internet por fallas técnicas. seguramente la otra semana vamos a salir. Estuvimos saliendo y teníamos mucha llegada”, agrega. Cuenta que Rosicler “es una radio netamente vecinal”. “Estamos en contacto con los problemas básicos del barrio. Es una radio popular y comunitaria. Últimamente se ha presentado ese problema de peleas en el barrio y nosotros estamos transmitiendo contra el paco, contra la droga. Tenemos cerca la Comisaría Tercera, hablamos de las actividades culturales del barrio”, dice.

“Hay que hablar de cultura, tradiciones. Nosotros hemos organizado diversos eventos milenarios y los han declarado de interés cultural. Tenemos antecedentes, hemos trabajado por la cultura”, dice González para explicar por qué Rosicler debería continuar. El conflicto se da en medio de protestas a nivel nacional de las radios comunitarias, que están siendo perjudicadas por el gobierno de Cambiemos.

“Yo trabajo hace doce años en los medios. Allí buscan más lo comercial que lo cultural. Cuando hablaba quechua los gerentes me decían que no les servía tanto porque no era comercial, pero no saben cuánto cuesta hacer conocer nuestras culturas andinas. Ellos no conocen la idiosincrasia del hermano que trabaja en la cortada, en la finca. la discriminación. Muchos nos dicen que el hermano boliviano viene a quitar laburo pero no es así. Cuántos hermanos bolivianos hemos puesto el hombro para este país. Cuando nosotros predicamos o difundimos la música es otro sentimiento. Hablar de grandes bohemios, grandes artistas, historiadores. Hablar de los grandes próceres argentinos que estuvieron en Bolivia. Tenemos mucho que difundir y transmitir”, agrega González, y finaliza con la frase que cantan los kirchneristas: “Vamos a volver, tenemos que volver”.