El Informe de la Auditoría reveló 40 incumplimientos a la normativa por parte de la Fundación con la que Abel Ramos lucra en el Hospital San Bernardo. El documento muestra cómo el emprendimiento del diputado, sindicalista y empresario enferma la salud pública de los salteños sin que nadie haga nada. (Gonzalo Teruel)

Finalmente, después de semanas y hasta meses de espera, la Auditoría publicó su informe sobre el desempeño de la Fundación Trabajo y Solidaridad en el Hospital San Bernardo. Más de 40 observaciones, casi 20 recomendaciones, y 3 conclusiones revelan que el singular emprendimiento de Eduardo Abel Ramos enferma la salud pública de los salteños. Nada es nuevo. El periodo auditado fue el segundo semestre de 2012, las tareas de campo terminaron en julio del año pasado, y el informe técnico fue emitido el 30 de junio. El viernes de la semana pasada fue publicado en el sitio web de la Auditoría General de la Provincia.

El informe es lapidario aunque, en alguna medida, diluye las críticas al repartirlas entre Trabajo y Solidaridad, el San Bernardo, y el propio Ministerio de Salud. Después de describir la increíble transformación de 3 empresas -COCIRAP SA, TODOLIMP SA y TRABASANI SA- en una fundación, las primeras observaciones dan cuenta de cómo ante el irregular servicio prestado por Trabajo y Solidaridad las autoridades sanitarias realizaron los reclamos pertinentes sin obtener respuestas. “La empresa no ha presentado las fichas del personal y el hospital no ha aplicado sanciones por tal incumplimiento”, dice el informe y advierte que “la situación se mantiene sin modificaciones y no se han logrado disminuir los incumplimientos, lo que afecta, por su reiteración y gravedad, la prestación del servicio”.

Estas irregularidades administrativas resultan insignificantes en comparación con las identificadas en el cumplimiento de los servicios esenciales que la Fundación debe cumplir en el nosocomio. “El personal de limpieza se encarga de la distribución de las raciones alimentarias, con lo cual se incumple con normas de bioseguridad, ya que no existe para este personal una capacitación adecuada, y no se cubre el riego de contaminación”, denuncia por ejemplo la Auditoría. En criollo: los pacientes del hospital pueden intoxicarse en cualquier momento porque la comida es entregada por las mismas personas encargadas de la limpieza y que, obvio, manipulan elementos químicos. Peor aún, la Fundación no tiene el personal necesario y, en la noche por ejemplo, “en caso de ausencia de la nutricionista no prevé su reemplazo”.

Reinar en el caos

Esa escasez de personal fue verificada al menos en “307 órdenes de trabajo en el semestre auditado, lo que representa un 20,67% del total que debía cumplirse”. Si bien no existe un número de trabajadores establecido por contrato y sólo se menciona un “plantel mínimo idóneo”, la Auditoría concluye que las 18 personas afectadas a la labor de mantenimiento sólo pueden cubrir un 45% de las “ordenes de trabajo diario”. Los $21 mil de multa impuestos por las autoridades sanitarias representan el 0,5% de los casi $4 millones facturados por el emprendimiento de Ramos y “no generan los efectos esperados de advertencia y procura de mejora del servicio”.

Eso explica “la existencia de desperfectos y deterioros, tales como: goteras de sanitarios en baño de personal y baños del sector de cardiología; y deterioro de mampostería, paredes y pintura en mal estado descascaradas, manchas de humedad y sucias, en sector de cardiología, en patio interno, sector de guardia, sector de quemados”. Todas estas falencias están documentadas en un profuso anexo fotográfico que acompaña el informe.

“Los formularios de órdenes de servicios utilizados por el hospital, no disponen en su diseño, un área ó ítem que indique el plazo de cumplimiento. En algunos casos se agrega a mano al borde la leyenda: urgente. Esta situación impide constatar si los trabajos encomendados se cumplen en tiempo por parte de la Fundación”, detalla, además, la Auditoría confirmando el descontrol aprovechado por Trabajo y Solidaridad para incumplir con sus obligaciones al punto que en el servicio de albañilería “se observa un incumplimiento superior al 50%”.

Otras inaceptables falencias, reveladas por los técnicos de la Auditoría, advierten que la tragedia está a la vuelta de la esquina. “Se constató que, en el tablero general localizado en el pasillo del sector gerencia, la llave que comanda el sistema detección de humo, para actuar ante un siniestro, se encuentra desconectada” dice el informe y agrega, también, que “el espacio físico que el hospital asignó en comodato a la Empresa, para la guarda de elementos y equipos para la prestación del servicio, se encuentra en condiciones de desorden y carente de aseo”. “Se encontraban sucias y con ausencia de recipientes recolectores de basura las siguientes dependencias: hall de entrada, baños públicos, sector consultorios externos, puertas de acceso, rampa de subida/bajada del primer piso, pasillos”, enumera el relevamiento y evidencia la mugre en los dominios de Eduardo Abel Ramos.

De mantenimiento ni hablar

Trabajo y Solidaridad tampoco cumple el servicio de mantenimiento de “tipo preventivo”. La Auditoría lo ejemplifica con la situación de las calderas que deben calentar el agua para el aseo de los internados y otros menesteres. “El San Bernardo posee un sistema de calefacción y agua caliente que consta de 2 grandes calderas, las cuales están sin uso, una desde el año 2003, y la otra, desde aproximadamente 5 meses anteriores a la realización de las tareas de campo. Para suplirlas, se encuentra en uso un calderín que provee agua caliente que, abastece 2 tanques de distribución de sectores, tales como, baños de pacientes y quirófanos”, describe el informe y añade que “la necesidad del Hospital excede la capacidad de calefacción de dicho calderín por que quedan sin calefacción y no provee de agua caliente, afectando esta situación particularmente a la lavandería”. A la Fundación le corresponden las tareas de mantenimiento preventivo para evitar el deterioro y la obligación de reparación y reposición en caso de ser necesario pero no cumplió con nada de eso.

La Auditoría asegura también que “las condiciones de higiene detectadas en las áreas de cirugía de varones, hall de entrada, pasillos de planta baja, rampa al primer piso, pasillo de primer piso frente a la puerta de esterilización, en la puerta de acceso a cirugía de mujeres, sector de quemados, sótanos, vestuarios y baños del personal del hospital no cumplen con las condiciones básicas para la prestación de servicios de limpieza de hospitales”. El San Bernardo es una inmundicia por la “falta a las normas de higiene hospitalaria y metodología de limpieza y el mal manejo de los residuos y desechos”. Para que no queden dudas: los auditores aseguran que “es visible la ausencia de limpieza efectiva diaria” y que “el servicio de limpieza no se presta de conformidad a los requerimientos establecidos sobre distribución del personal y el cumplimiento de los horarios”.

Todas estas deficiencias se agigantan porque “las personas que efectúan la limpieza, también realizan la tarea de reparto de la comida, para lo cual, distraen su trabajo de las tareas de limpieza, provocando que durante varias horas cada servicio se encuentre sin personal de limpieza, ya que son afectados al reparto del desayuno, almuerzo, merienda y cena”. Según el informe de contralor, hubo un buen número de quejas por parte de las autoridades hospitalarias pero “se encuentra sin solucionar la situación observada”.

Mal con el personal, mal en la cocina, mal en la limpieza y recolección de residuos. No podía ser de otra manera, el servicio de lavandería también a cargo de la Fundación -y que funciona en el lavadero del propio hospital- es deficiente. Según la normativa vigente debería consistir en el retiro de ropa de cama y cirugía, lavado, acondicionamiento, planchado, restitución de ropa limpia y distribución a los servicios respectivos del hospital y en “la provisión y reposición de ropa nueva de cama y cirugía y de ropa de uso médico, de los internados e indumentaria del personal provista por el hospital”.

Los auditores observaron que Trabajo y Solidaridad “debía proveer ropa limpia a un número mínimo de 1.050 camas y 700 cirugías mensuales correspondiente a todos los hospitales, sin que se haya discriminado cantidades por hospital”. “El número de camas y cirugías se incrementó sin que dicho incremento haya sido previsto contractualmente, razón por la cual, en muchas situaciones no se llegan a cumplir con la demanda de los quirófanos, y se llegan a suspender o posponer cirugías perdiendo turnos de quirófanos”, puntualiza el informe. Más fácil: muchas operaciones son suspendidas -no por decisión médica sino- porque Ramos no garantiza la ropa de las camas y de los médicos. Pese a su falta de eficiencia “anualmente la Fundación solicita ajustes del precio del contrato, argumentando, la situación inflacionaria y el crecimiento del hospital”.

Además, no funcionan correctamente los lavarropas ni los artefactos de secado y eso afecta la posibilidad de provisión de ropa en tiempo y forma. Pero lo más grave es que -por los mencionados desperfectos en las calderas- “la totalidad de la ropa es lavada con agua fría y no a la temperatura de 71 grados centígrados como indican las normas de prevención hospitalarias” y eso “también implica demoras en el proceso, ya que al no lavar con agua caliente, muchas veces se deben lavar prendas más de una vez, hasta eliminar todas las manchas”.

Se recomienda que…

La veintena de “recomendaciones” que surgen de las “observaciones” rayan lo absurdo y pueden resumirse -bien vale la humorada- en un solo llamamiento: “se recomienda que se cumpla con la normativa vigente”.

Pero un par de esas recomendaciones sintetizan el desmanejo en la prestación de servicios esenciales en el Hospital San Bernardo: “Al tiempo de redacción del presente informe, el contrato en análisis ha perdido vigencia, por cumplimiento de los plazos contractuales, el ente auditado deberá arbitrar los mecanismos para que en la próxima contratación se corrijan las situaciones de incumplimiento observadas y se eviten en el futuro mediante la previsión de sanciones más efectivas, cuyo cumplimiento sea motivador económico y legal para la prestadora, y no una mera opción entre cumplimiento e incumplimiento, sin afectar la ecuación económica de la misma”, plantea el documento elaborado por la Auditoría y menciona una “nueva contratación”.

“La contratación del servicio para el Hospital San Bernardo de raciones en cocido, lavandería, limpieza, mantenimiento, portería y murgueros, se debe efectuar cumpliendo la ley de contrataciones en cuanto a la definición de la modalidad de contratación y al proceso de selección del contratante”, manda, obligada ante tanta desprolijidad, la oficina de control comandada por Oscar Salvatierra.

Pese a las enormes y múltiples deficiencias registradas, el documento de la Auditoría finaliza, como siempre, con un fallo más o menos benévolo para los organismos revisados. “En relación al cumplimiento de servicio de raciones en cocidos, el ente auditado cumple, con los requerimientos exigidos en las cláusulas contractuales, condiciones básicas y especificaciones técnicas (…) respecto al servicio de lavadero, la fundación trabajo y solidaridad presta un servicio insuficiente, que no se corresponde con las necesidades del hospital e incumple los requerimientos exigidos en las cláusulas contractuales, condiciones básicas y especificaciones técnicas (…) con relación a los servicios de mantenimiento, limpieza y portería, incumple los requerimientos exigidos en las cláusulas contractuales, condiciones básicas y especificaciones técnicas”, afirman las conclusiones de la inspección en el principal centro hospitalario de la provincia.

Tal vez para no desnudar la precariedad del sistema de salud pública, la Auditoría General de la Provincia no lo dice con todas las letras. Como no podía ser de otra manera, Cuarto Poder sí lo hace: Eduardo Abel Ramos ensucia los hospitales y enferma a los salteños. Así lo confirma el informe elaborado por técnicos del propio gobierno y que ya está en poder del Ministro de Salud, Oscar Villa Nougués.

Perla 1: Con esto no se jode

Como si la falta de limpieza no fuera suficiente, “la Fundación no efectúa un tratamiento de residuos biopatogénicos adecuado”. La Auditoría verificó múltiples faltas a la bioseguridad como “el incumplimiento de la empresa en el transporte de residuos comunes y biopatogénicos, pues, el mismo se realiza en contenedores sin identificación de color” porque, violando las normas para el manejo de residuos hospitalarios, “la Fundación carece de contenedores específicos para disponer del material biopatogénico”. Encima “se verifican demoras en recoger la basura”.

Perla 2: Los gatos de Ramos

Otra increíble situación observada -y fotografiada- por los profesionales del organismo de control es la “existencia de animales domésticos que viven y son alimentados en el hospital”. “En el patio interno, se observó recipientes con alimentos para gatos y en el sótano se verifico la existencia de desechos de los gatos” cuando “los parques y jardines deben permanecer limpios y ser barridos y regados diariamente y el sótano debe ser limpiado diariamente, semanalmente barrido y quincenalmente lavado”.

Perla 3: Con la plata no

Una decena de “observaciones” posteriores abunda en irregularidades de índole administrativa y contractual siendo la más severa la última sobre los incrementos presupuestarios. “A partir de noviembre de 2012, se vieron incrementados los importes que se venían pagando, en un 26%. El importe que se pagaba era de $63.310 y se incrementó a $80.000, respondiendo al pedido de actualización efectuado por la Fundación” e infringiendo la ley de contrataciones que establece que “los precios correspondientes a la adjudicación serán invariables”. Debemos recordar que el periodo de estas cifras correspondían al 2012.