El juicio por la desaparición de Daniel Solano continuó esta semana a pesar de que tras la muerte de su padre, Gualberto, la defensa de los policías acusados intentara disolver la querella. La lucha sigue mientras los responsables civiles no están siendo investigados.  

Kolla Baltasar

Se trataba de un trabajador golondrina, guaraní de Cherenta, Tartagal, que viajó a la Patagonia, que reclamó por su salario y nunca más se supo de él desde el 5 de noviembre de 2011. Si bien la causa no vende, hay mucha gente reclamando y luchando para saber “qué pasó con Daniel Solano”.

No se puede realizar un informe desde un sólo punto de vista. Hay que ir por los detalles.

Durante la semana que pasó hubo dos audiencias de testimoniales. El martes estuvieron testigos que refuerzan la hipótesis del abogado querellante Sergio Heredia que a “Solano se lo llevó la Policía”. El jueves declaró el propietario del boliche “Macuba”, desde donde sacaron a Daniel los patovicas y se lo entregaron a un grupo de 7 policías que lo andaba buscando por Choele Choel. Esa fue la última vez que lo vieron con vida.

El testimonio del empresario de la noche, Carlos “Tonelada” García, atrajo a la prensa rionegrina pero no conformó a la querella, desde donde aseguran que mintió y omitió cosas, lo denunciaron por falso testimonio y pidieron su detención. El tribunal lo denegó. Se debe advertir que el reinicio del juicio estuvo marcado por el rechazo a la recusación de los jueces María Evelina García Balduini, Oscar Gatti y Gastón Martín, siguen los mismos magistrados cuestionados.

El proceso comenzó en febrero de este año y todas las testimoniales, menos la de García, refuerzan que a Daniel se lo «chuparon» del boliche de Tonelada. Hay al menos 10 testigos, hasta ahora, que aseguran que los patovicas del local lo sacaron a golpes y que afuera un grupo de tareas parapolicial lo esperaba. Esos relatos no coinciden con el de Tonelada, quien dijo que ese viernes llegó tarde y vio a un joven fuera del local y les preguntó a sus empleados la causalidad. “Estaba molestando”, dijo que le respondieron.

Los siete uniformados sentados en el estrado de los acusados son Sandro Berthe, Juan Barrera, Pablo Bender, Diego Cuello, Andrés Albarrán, Diego Quidel y Héctor Martínez. Los siete policías están acusados por la desaparición forzada de Daniel Solano en el 2011, en Choele Choel, y el juicio se desarrolla en la Ciudad Judicial de General Roca. Los testimonios indican que a Daniel lo torturaron, lo asesinaron y lo tiraron a un pozo de más de 80 metros de profundidad.

Cuando a García le preguntaron si conocía a los policías imputados, dijo que los ubicaba desde hace mucho, que todos habían hecho adicionales en su negocio, que no los reconocía por el nombre y que tampoco habían estado contratados como adicionales la noche que desapareció Daniel Solano. 

En el juicio hay al menos 370 testigos llamados a declarar y se espera en unos cinco meses sea el tiempo de los alegatos. “En los testimonios vamos a escuchar denuncias de supuesto tráfico de drogas, desde el norte hacía el sur por medio de los peones rurales captados en el otro extremo argentino. También se espera que haya testimoniales de explotación laboral y trata de personas”, dijo Sergio Heredia que es un abogado de Tartagal y que todas las semanas parte para la Patagonia a continuar con el pedido de justicia de la familia.

“A Daniel se lo chuparon porque había denunciado las malas condiciones laborales, mala paga y malos tratos a los que son sometidos los trabajadores golondrinas que los llevan a la Patagonia con la promesa de buen futuro. Pero todo es una red. Este juicio puede develar una red de narcotráfico, de trata de personas, de complicidades con los poderes públicos y la policía que es inimaginable”, dijo Heredia. La empresa belga Exprofut y la terciarizada Agrocosecha están en la mira por supuesto trabajo esclavo y todas las malas mañas asociadas. Sin embargo no figuran en este juicio.

Lo que anima al abogado es una promesa con Gualberto, padre de Daniel. Es el hombre que estuvo acampando por más de 7 años en Rio Negro exigiendo saber qué pasó con su hijo. Gualberto falleció en los primeros días de abril y, en medio del dolor, los abogados de los policías acusados plantearon deshacer la querella de los familiares y con eso quitar a Heredia del medio. En ese velatorio apareció Manuel, que tiene 84 años y que perdió a su nieto Daniel y luego a su hijo Gualberto para firmar el poder y continuar la acción legal.