Tras el acuerdo entre los sectores docentes de la provincia y el gobierno, las clases en Salta comenzarán con normalidad este lunes 2 de marzo. Padres de alumnos opinan sobre la realidad educativa que les toca vivir a sus hijos, en un país que no tiene un buen desempeño escolar a nivel mundial. (F.A.)

Seis hijos tiene Guillermo. Están en distintas etapas de su educación. Tiene vástagos que van a terciarios, otros están en el secundario y un par van a la primaria. Está parado afuera de una librería céntrica esperando a su esposa, que está adentro, comprando, en medio de una marea humana que se alimenta de personas que ingresan continuamente. A sólo unos días del comienzo del ciclo lectivo, los locales que expenden útiles y todo lo referido a la canasta escolar básica están hasta las manos. Repletos de gente que aparece con el tiempo justo para hacer una cola extensa como la lista que les entregan en todas las escuelas de la provincia.

Guillermo dice que manda a sus hijos más chicos a una escuela de su barrio, pública, y que considera bueno el nivel educativo que se les brinda en el lugar. Asegura que la educación actual es más completa que antes. “Ahora respetan el programa”, dice. Opina que algo malo de esa modalidad de menú completo sí o sí es que cuando los maestros no cuentan con el tiempo suficiente para dictar todos los temas “los hacen llegar de prepo” a los alumnos. “No les dan los días a los maestros entonces les enseñan rápido”, cuenta. Cree que de esa manera “algunos chicos se quedan” y no alcanzan a aprender de la misma manera.

Con el acuerdo firmado la última semana entre el sector docente y el gobierno de la provincia, el comienzo de las clases previsto para este lunes 2 de marzo está garantizado. Las paritarias por este primer semestre del año fueron cerradas con un 25 por ciento de aumento en el salario de los maestros. El incremento será instalado en dos cuotas de 12,5 por ciento cada una. Una en el sueldo de febrero. El restante en el de abril.

También habrá una rebaja en las horas cátedra, lo que podría sumar a la teoría que en realidad el aumento es mayor al treinta por ciento.

Guillermo dice que no le gusta que las clases continúen hasta los últimos días del año. Cuenta que el año pasado sus hijos tuvieron que ir “a hacer presencia” hasta el 20 de diciembre, a pesar de no haberse llevado materias ni recuperar exámenes.

Sebastián es padre de una nena de seis años. Cuenta que la educación que recibe su hija es privada y que le parece la más correcta, aunque al estar a punto de entrar a primer grado lo que recibe son, más bien, primeras nociones de aprendizaje, por lo que aún no puede evaluar completamente el desempeño de lo que la niña está recibiendo. Dice que sabe leer y escribir desde sala de 5 y considera que la estimulación depende mucho del nivel del resto de las compañeras. Cree que la educación escolar es una mirada diferente a los valores que se puede inculcar desde la casa, por lo que valora a las dos de ambas maneras.

Agrega que su hija fue a sala de 5 a un colegio que a él no le gustaba, por su extremismo religioso. Esa es la razón por la que decidió, junto a la madre de la chica, cambiar a la nena de institución. “El cole nuevo, Codesa, es totalmente opuesto y tengo las mejores referencias, aunque aún no lo conozco”, explica.

Hay mucha gente en las librerías. La gente espera afuera. “A última hora siempre”, dice un hombre que está con su hija en una vereda sobre calle Balcarce, hablando con una mujer que está en una posición similar: de la mano de un infante aguardando su turno para adquirir útiles.

Cerca está Raúl, que critica a los colegios y opina que muchos dan tarde la lista de útiles, lo que ayuda a crear un caos de compra de último momento.

Carmen es una mujer del barrio Intersindical. Cuesta averiguar su edad. Es coqueta pero reconoce sus 63 al pasar, mientras dice que salió con su nieta de nueve años para comprar las cosas más importantes e indispensables para que la nena comience tercer grado. Asegura que lo que no puedan comprar hoy va a ser adquirido de a poco pero sin mucha demora, para que la chica no se vea perjudicada. Mientras habla, la niña mira la vidriera y señala una mochila que la entusiasma.

En la última semana se publicó un informe en el diario El Tribuno donde se aseguraba que la canasta escolar cuesta entre 700 y 800 pesos por alumno del nivel primario. El monto representa un 25 por ciento más que el año pasado. La lista de necesidades incluye uniformes, equipos de gimnasia, zapatos y zapatillas, libros y útiles: carpetas, mochilas, cartucheras, hojas, cuadernos, lápices, lapiceras, folios, forros, entre otros.

Este ciclo lectivo comenzará con números que no son optimistas respecto al nivel de los alumnos argentinos, ya no sólo salteños. El informe PISA 2012, que realiza cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para medir el rendimiento de los jóvenes de 15 años en matemática, lectura y ciencias, reveló un pobre rendimiento educativo de los alumnos latinoamericanos, según difundió Infobae.

Considerando el puntaje en matemática, la disciplina sobre la que se centra el último informe, Perú fue el que obtuvo los peores resultados entre los 64 países evaluados, con 368 puntos. Lo siguieron: 63. Indonesia (375), 62. Qatar (376), 61. Colombia (376), 60. Jordania (386), 59. Túnez (388), 58. Argentina (388), 57. Brasil (391), 56. Albania (394) y 55. Costa Rica (407)

Laura tiene dos hijos, uno solo en edad escolar. Dice que ya compró todo lo que necesita el chico para empezar las clases. Reconoce que algunas de las cosas las tiene desde el año pasado o antes. “La cartuchera es la misma de siempre”, cuenta. Dice que está conforme con el nivel de enseñanza que recibe el niño, que este año empieza sexto grado. Considera que lo nota cuando ve que no necesita maestros particulares ni mucho apoyo de su parte a la hora de hacer las tareas y estudiar. “Se desenvuelve bien”, explica. Dice que siempre le fomentó la lectura y que es algo que puede ser influyente en ese sentido.

Según el Censo 2010, de 1.088.277 habitantes salteños de cinco años o más, 161.510 sólo completaron el nivel primario. 107.978 no lograron finalizarlo. 149.964 pudieron egresar del secundario y  128.284 lo tienen incompleto. 27.473 personas no tenían ningún año aprobado, más de once mil de ellas son niños de siete años, que ya deberían estar avanzando su segundo período lectivo del primario.

Laura explica que está de acuerdo con los reclamos docentes y apoya los incrementos salariales, pero reconoce que se alivió al conocer que hubo acuerdo con el gobierno, ya que no le gusta que los chicos pierdan días de clases. “Se mezclan muchos intereses y siempre sale alguien perjudicado. Los chicos o los maestros”, opina. “Si hay paros no hay educación y no sirve”, completa.