La impugnación de las elecciones de la UNSa que hicieron los opositores no prosperó, las posibilidades de nuevos comicios se van estrechando al compás de un oficialismo que ganó incrementando los electores sólo en su facultad: Económicas. (Franco Hessling)

Pasaron las elecciones y la impugnación presentada por Universidad Futura (UnFu) ante la Junta Electoral fue rechazada, tal como se esperaba. Entre los argumentos esgrimidos por UnFu se denunciaba el accionar parcializado de ese organismo, es decir, se impugnaba a la Junta ante la Junta misma. Al panorama para los progresistas le sienta bien el título de la genialidad de Charles Dickens, Tiempos Difíciles.

Una serie de factores conducen a pensar que el desgaste de los días hará desinflar la fuerza del reclamo. Si bien los fundamentos postulados tienen asidero, el efecto de un fin de semana sin avances prósperos para la impugnación de las elecciones rectorales juega a favor del oficialismo gobernante. La dupla Víctor Hugo Claros -rector- y Antonio Fernández Fernández -virtual rector electo- se beneficia de las dilaciones y consigue que se consolide la cuestionada victoria por menos de un punto.

El pedido de impugnación con la denuncia contra la Junta Electoral y el Centro de Cómputos también fue presentado al Consejo Superior, que debería sesionar la semana próxima. El organismo deliberativo no dio quórum luego de las elecciones y podría persistir en esa actitud en los días venideros. Los consejeros superiores estarían avalando tácitamente la elección hasta que, desde el 11 de mayo próximo, empiecen a asumir los nuevos consejeros. Serían éstos los encargados de dar la estocada final, retomando las sesiones ordinarias tras la toma de posesión de Fernández Fernández.

En una metáfora simplona, diríamos que si Fernández Fernández muda sus enseres al despacho de rector, la batalla por ese cargo estaría zanjada. Por esa razón, el apuro está del lado de UnFu y la cadencia cancina del lado del oficialismo, Compromiso Académico y Social.

Los referentes de UnFu moverán cuanta polvareda puedan para mantener vivo el reclamo y la impugnación, pero con el beneficio de la urgencia ajena, los alfiles de Claros estarán cerrando filas. La disputa por persuadir o disuadir a los consejeros será la carta a jugar en los próximos días. Si se los convence de sesionar todavía puede esperarse un cambio de marcha, pero si no, la cuestión está sellada. El acto de asunción del próximo rector está pautado para el miércoles 11 de mayo, dentro de once días.

Camino de servidumbre

Como si fuera poco tener de su lado al tiempo, el clarismo también cuenta con otros factores favorables. De la misma forma que el nombre de la obra de Dickens le sienta bien al contexto de UnFu, el nombre del libro de uno de los pioneros pensadores del neoliberalismo, Friedrich Hayek, le cabe al derrotero actual del oficialismo. Repasemos éste Camino de servidumbre.

Ante una eventual presión sólida de UnFu para que se trate el pedido de impugnación, lo cual implicaría que el oficialismo dé rienda suelta a sus consejeros para que deliberen sobre la sesgada actuación de la Junta, Compromiso Académico y Social tiene ciertas armas para negociar.

En primer lugar, si bien los apoderados de la lista progresista solicitan que se anule sólo la segunda vuelta a rector -también había balotaje en Humanidades y Naturales-, los oficialistas podrían ceder a una impugnación total de las elecciones. Sería una ofensiva fulminante, ya que en las facultades donde también hubo segunda vuelta los decanatos fueron alcanzados por listas alineadas con la fórmula Catalina Buliubasich-Sergio Moreno.

Si esa fuese la propuesta del clarismo, seguramente la oposición quedaría dividida, los decanos electos de Naturales y Humanidades no querrán que se vuelva a celebrar su contienda. Tanto el filósofo Alejandro Ruidrejo como la doctora Alicia Kirchbaum debieron sudar para conseguir sus sendas conquistas. En Humanidades, el proyecto liderado por el foucaultiano se impuso por %0,6 al encabezado por la antropóloga Norma Naharro, menor diferencia ponderada de la que Fernández Fernández le sacó a Builiubasich. Kirchbaum ganó con más holgura, por 3,5%, pero necesitó una segunda vuelta para derrotar a Pablo Ortega.

Además de esta esa manera de dividir a la oposición, el clarismo podría mostrarse adusto con los decanos electos. Bien se sabe que una vez elegidos, los dirigentes buscan acumular gobernabilidad. En vez de ponerse abiertamente en contra de quien podría convertirse en el próximo rector –sensación que crece cada hora que pasa sin impugnación-, los decanos electos y otros actores de la política universitaria, optan por mantenerse al margen del reclamo de UnFu.

No necesariamente los decanos, consejeros y referentes políticos de la UNSa están saliendo a defender la irrisoria victoria de Fernández Fernández, incluso tal vez apoyaron a Buliubasich en la elección, pero con el avance de los días van asumiendo una posición más indiferente con el conflicto por los comicios rectorales. Priman otras necesidades coyunturales más que ganarse el encono del oficialismo, que dicho sea de paso, mostró ser muy iracundo con la disidencia. Claros supo sembrar miedo, no por nada el ex canillita padece procesos judiciales, entre otras cosas, por acoso laboral.

La ingeniería electoral

Podrán decirse muchas cosas de Claros, pero lo que no se le puede negar es su capacidad para urdir una ingeniería electoral universitaria sólida. Su gataflorismo ideológico y su acotada visión sobre la dimensión política de las relaciones de poder humanas, le juegan a favor para esculpir castillos electorales. Casi se podría asegurar que ésa es su única virtud como dirigente, ya que no sólo tiene un historial abigarrado (pasos por el radicalismo, el romerismo, el urtubeicismo, y ahora el macrismo) sino que tampoco es un hombre carismático. La temeridad es su manera de construir poder y la ingeniería electoral su estrategia para consolidarme.

Hay un dato conspicuo que hace ostensible de qué se habla cuando se define a Claros como un ingeniero electoral. En la primera vuelta, el total de votantes fue de 6.337, mientras que en la segunda asistieron 6.978, es decir 641 voluntades extra. Ese crecimiento no dice mucho, es lógico que en esas instancias calientes pueda incrementarse la participación. Sin embargo, el dato fehaciente es que de esos 641 electores nuevos entre el 15 y el 27 de abril, primera y segunda vuelta respectivamente, 624 fueron en la facultad de Económicas, el palacio clarista -próximamente con baño y vestidor privado para el decano.

En Económicas, en la primera vuelta votaron 1.208 personas, mientras que en la segunda emitieron su sufragio 1.832. Es decir, sólo 17 de los 641 sufragios que creció la participación, fueron más allá de los muros de Económicas. La apelación  a las paredes no es meramente figurativa, el día de la elección, tras cerrarse los comicios a las 19:00, las puertas de ésa facultad se clausuraron con candados, a pesar que en el segundo piso se había asentado el Centro de Cómputos oficial -una arbitrariedad insólita en cualquier democracia, incluso en la de la UNSa que ya tiene motivos para ser considerada una democracia insólita (no gana el que tiene más votos, necesariamente).

En la facultad clarista el caudal electoral entre la primera y la segunda vuelta varió de forma grosera. Fueron a votar, según el Centro de Cómputos, un 50% más de estudiantes (de 815 a 1.287), un 50% más de profesores (de 50 a 78), casi un 50% más de auxiliares (de 91 a 133) y prácticamente otro 50% extra de graduados (de 218 a 300). Los PAU se mantuvieron intactos, 34 en ambos actos comiciales; el personal de apoyo tuvo ese comportamiento también en toda la universidad: 462 votaron en la primera vuelta y 462 lo hicieron el 27 de abril.

Las dádivas ofrecidas por el oficialismo, según denunciaron fuentes de la facultad de Económicas a Cuarto Poder, variaron entre promesas de concursos y sortear becas entre los graduados que asistieron a sufragar. Esto último sería una práctica común en la unidad académica que gobierna el clarismo desde hace más de una década, en la elección rectoral y de decanos de 2013, se rifaron dos becas para postgrados entre aquellos graduados que asistieron a votar.

Foto: El Tribuno