“La única guerra que vale la pena es la guerra contra el hambre”. Las palabras son de Abel Albino, el pediatra reconocido internacionalmente por su lucha contra el hambre que celebró y participó de la asunción del ministro de la Primera Infancia, Carlos Abeleira. Las claves de Albino que el gobierno aun no sigue. (Roberto Rojas)

La frase formaba parte de un escrito de Abel Albino que fue ampliamente difundido en distintos medios de comunicación nacionales hace varios meses. En el mismo, el médico reconocido internacionalmente detalló cinco puntos claves en la lucha contra el hambre. Los mismos bien podrían ser programa de acción de actual gobierno que recibió el apoyo explícito de Albino cuando Carlos Abeleira asumió el nuevo Ministerio de la Primera Infancia en diciembre pasado. Esos cinco puntos eran los siguientes:

1) Estimular y alimentar al cerebro del niño adecuadamente en el primer año de vida y mejor aún, en el embarazo y primer año. En efecto, la mujer embarazada debe ser objeto de todo cuidado y protección. Debemos recordar siempre que nuestro país, es enormemente grande, notablemente rico y peligrosamente vacío. “Gobernar es poblar”, dijo Alberdi hace 150 años, quien nos advertía en ese entonces que debíamos tener por lo menos 80.000.000 de habitantes para que el país funcione. Tenemos que considerar que Argentina tiene 10 veces más territorio que Italia y la mitad de su población. Cada embarazada nos aporta un ciudadano más. Entre todos debemos lograr que ese niño pueda desplegar su potencial genético, para tener igualdad de oportunidades. Debemos procurar que cada niño tenga una escuela donde ir, un agente sanitario que lo asista y una dieta equilibrada que le posibilite un desarrollo físico y mental adecuado. Esto ya no depende de las posibilidades físicas o financieras. ¡Esta es una cuestión de prioridad política!

2) Educar ese cerebro. La educación es una semilla maravillosa, pero como toda semilla, necesita un sustrato donde sembrarse, y el sustrato ideal para sembrar educación es un cerebro intacto, estimulado y alimentado adecuadamente. Hay que hacer de la patria una gran escuela, advertía Sarmiento hace 150 años y esa pasión, esa filosofía, llevó a la Argentina a ser el 1º país del mundo en quebrar el analfabetismo. El “asombro del mundo” nos llamaban, y seguimos siendo el asombro del mundo porque del 7º lugar del planeta bajamos a la posición 86. “Hay que educar al soberano”, decía Sarmiento. Tenía razón. Solamente un pueblo es soberano cuando es educado.

3) Cloacas. En esta oportunidad, debemos rescatar la opinión de quien fuera el Primer Ministro de Salud de la República Argentina, el prestigioso médico de Santiago del Estero, Dr. Ramón Carrillo quien decía: “los hongos, los virus y las bacterias como causas de enfermedad son pobres causas, comparadas con el daño tremendo que causa la falta de saneamiento ambiental”.

4) Agua corriente y ¡caliente! Nuevamente el ex presidente Sarmiento nos advertía que el agua es como “la sangre de un cuerpo”. Si el Estado impulsara como política social, no solo la provisión de agua potable sino también de agua caliente, modernizaríamos la consigna bajo la cual tuvo notable éxito el Imperio Romano: carreteras, agua y derecho. El agua caliente está estrechamente relacionada con la higiene: es fácil ser limpio cuando uno tiene todas las comodidades, distinto es cuando se carece de estos elementos que también constituyen derechos humanos.

5) Luz eléctrica. “La luz es como la vista, no hay derecho que una persona quede ciega después de las 6 de la tarde”, decía Sarmiento. Cuando uno permanece dentro de un rancho nota que no tienen ventanas, pues de esa manera se protegen del frío y al no haber ventanas, tampoco hay luz al atardecer. Tampoco mesas donde los chicos pueden hacer sus deberes.

En fin, es muy triste la vida en la pobreza, los pobre no son vagos, son tristes. Tienen una tristeza profunda que linda con la depresión. Debemos ayudarlos a ponerse de pie, a sentirse importantes y queridos, de modo que renazcan en ellos, la alegría, la autoestima, la fe y la esperanza.

Si hacemos estas cinco cosas seremos una potencia en 30 años, el desarrollo será una consecuencia, viene solo. Pero para eso hay que dejar de pensar en las próximas elecciones, y empezar a pensar en las próximas generaciones. Estos son los cinco puntos necesarios para el desarrollo de nuestro querido país. ¿Y si queremos que se desarrolle América Latina? Tendríamos que dar 3 pasos: uno educativo, otro económico y el tercero de integración política. Pero el primer paso no lo podremos dar nunca si no tenemos en todos nuestros países, ¡cerebros en condiciones de ser educados!