…y María Livia le administra las inversiones. El testimonio de otra empresaria bonaerense que explota el paseo religioso, igual que los Lacroze Garat, revela de qué manera la virgen instruye a María Livia para que el negocio sea próspero. (Franco Hessling)

Pilar Ogueta de Tanoira organiza peregrinaciones desde Buenos Aires a Salta, al sitial espiritual cercado por María Livia Galliano y Carlos Obeid. En una entrevista en Radio Estudio de Pehuajó, en abril último, Pilar cuenta cómo inició su promisorio camino comercial en la organización de tours por aire al mítico lugar norteño, que para una porteña de la city-city es tan exótico como Bosnia (más adelante se comprobará esto); todas las evocaciones a Salta van con un timbre que la subraya como un espacio remoto, como si la virgen quisiera demostrar algo yéndose a aparecer en un pueblito de bobos (opas en la terminología local). En el relato conmocionado de la agenciera de Capital Federal, Salta suena a un aditamento de misticismo.

Rememora que la primera vez que vio a María Livia, hace unos 16 años, la salteña autoproclamada intercesora de la virgen la interpeló “con una autoridad para hablar como que viene desde el cielo, uno como que lo reconoce, ¿no?” (Sic). La epifanía para Pilar, vía María Livia, fue explícita: “Como siempre volvía (al paseo turístico salteño), y volvía con mucha gente, un día la señora María Livia me dijo que a la virgen le encantaría que organice peregrinaciones en avión, que traiga gente”. Regresó a la ciudad de la furia y dialogó con su marido, Gonzalo Tanoira (h), sobre el mandato divino.

La virgen pertinente, María Livia sugerente, Pilar condescendiente.

Los estiramientos del lenguaje que hace la mujer escapan a la verba plebeya. Con seseos exagerados rememora que María Livia le sugirió: “¿Por qué no chartiás un avión?”. Un vuelo chárter es aquel que se realiza por fuera de los despegues programados por grilla, cuando un privado alquila un avión para un viaje otorgado por la misma firma aerocomercial aunque a disposición de quien contrata la nave. Pilar relata que Gonzalo desechó la idea porque sería un gasto enorme, ni siquiera tenían certeza de prorratear el alquiler de la nave entre todos los que quisieran viajar. Temía no poder llenar el vuelo.

En otro viaje suyo, la mujer le contó la reacción de su marido a la salteña confidente de la virgen, quien le aconsejó, según ella recuerda, “vos chartiá el avión entero que la virgen lo va a llenar”. Convenció a Gonzalo después de una providencial reunión con personas interesadas a las que convocó para contarles su experiencia de conversión. Ya en ese primer viaje, realizado en 2003, algunos interesados se quedaron sin lugares.

La oportunidad de negocio brilló en los párpados de la virgen, María Livia interpretó, Pilar ejecutó.

Sin dejar de verbalizar con el sutil esfuerzo nasal de zona norte, Pilar resalta que esa fue la primera peregrinación que organizaron. Fue un camino sin retorno, tan hondo caló en su familia que además de lucrar se volvieron fervorosos creyentes en el paseo espiritual montado en Salta, ese terruño remoto que la virgen eligió -según dice María Livia-. “Desde el año 2003 organizamos peregrinaciones, llevamos gente todos los meses al santuario”, se regodeó Ogueta de Tanoira.

Cómo y por qué

La familia Tanoira Ogueta es un vívido ejemplo del cumplimiento a la orden de fecundidad, Gonzalo y Pilar tienen siete hijos. Santos nació en 1999 y al poco tiempo le detectaron una curiosa enfermedad padecida por una minúscula porción de la población mundial; cuando los transes religiosos con la virgen dieron resultados, una alternativa de sugestión válida aun para los creyentes más desinteresados, Pilar se juró “agradecerle” a la madre de Jesucristo yendo a algún lugar donde ella se hubiese manifestado.

“Empecé a escuchar hablar de Medjugorje y cuando averigüé me dijeron que ya era invierno y que no había peregrinaciones. A la semana de estar averiguando cómo llegar a Bosnia a agradecerle a la virgen, me cuentan que la virgen se estaba apareciendo en Argentina”, Pilar menciona al poblado balcánico con la misma extrañeza con que se refiere a Salta, sorprendida de que la magnificencia celestial se hubiese afincado en aquellos perdidos lugares.

Mientras la mayor parte del país estaba en vilo por el colapso del modelo económico neoliberal, a finales de 2001, el pasar económico de elite de Pilar le dio holgura suficiente para que el caos nacional no invadiese su derrotero introspectivo: “En diciembre de 2001, me encuentro con una persona que me estaba buscando y me dice: ‘Pilar fui hace unos días a Salta, se está apareciendo la virgen allá, todo el tiempo me acordaba de vos y de Santos, sentí que ustedes tenían que ir’. Estaba la virgen en Argentina así que ni lo dudé, saqué un pasaje y a la semana estaba en Salta; fue entre Navidad y Año Nuevo”. En aquella primera visita, Santos -de sólo dos años-, habría visto una imagen de un “papá” (su madre así se lo consultó), que Pilar interpretó como una aparición del mesías católico en el cerro salteño. “María Livia contó que Santos había recibido una gracia muy especial”, afirmó Ogueta de Tanoira en la entrevista radial con la emisora de Pehuajó.

La virgen tempestiva, María Livia efectiva, Pilar sobrecogida.

En la misma bolsa

Hace dos semanas, Cuarto Poder develó que la misma familia que había “donado” las primeras 32 hectáreas para que María Livia Galliano y Carlos Obeid empezasen el paseo religioso, los Lacroze Garat, es propietaria actualmente de una empresa que organiza tours desde Buenos Aires hacia la “Virgen del Cerro”, Peregrinaciones Salta. Con el celo con el que las clases dominantes se relacionan, en un mismo círculo de familias para no salpicar sus buenos nombres, los Lacroze y los Tanoira se conocen perfectamente, quizá hasta comparten cartera de clientes por operar en el mismo rubro: el turismo religioso en Salta, particularmente en el montaje del cerro 20 de Febrero donde María Livia es la figura destellante.

La persona que buscaba a Pilar porque había sentido en Salta que ella y Santos debían ir a la Virgen del Cerro, en diciembre de 2001, no es otra que Paula Lacroze Garat, hermana de Florencia e hija de María Marta Garat, estridentes conversas y regentes de Peregrinaciones Salta. Eduardo Garat fue el decisor de la “donación” de las iniciales 32 hectáreas, porque a principios de siglo, el hermano de María Marta era el principal administrador de Tres Cerritos SA, la empresa familiar con bienes raíces en Salta. Un artículo publicado en el diario La Nación por Víctor Sueiro, el hombre que volvió de la muerte, consigna que “Gonzalo Tanoira y Pilar, su esposa, relatan que una amiga, Paula Lacroze, les hizo conocer a María Livia”. El texto es de septiembre de 2005 y se titula “Ellas, entre el cielo y la tierra”.

Cuando se menciona la pertenencia a los sectores más opulentos de la sociedad de los Tanoira, al igual que se hizo en el artículo pasado con los Lacroze Garat, no se parte de un prejuicio sino de hechos objetivos. El padre de Tanoira, también de nombre Gonzalo, ocupó el prestigioso cargo de presidente de la Asociación Argentina de Polo, deporte inalcanzable para la mayoría de las economías familiares del país. El hijo, esposo de Pilar y padre de Santos, además de figurar en los directorios de compañías de renombre como la citrícola San Miguel, y las mineras Patagonian Gold y Meridian Gold, formó parte de la comitiva de empresarios que recientemente acompañó al presidente Mauricio Macri en su gira por China.

Están tan en el pináculo de la estructura social que se creen intérpretes del cielo.