A 40 años de su asesinato el escritor y periodista, Rodolfo Walsh, fue recordado en “La visita de las cinco” por su amigo Horacio Verbitsky y por Martín Gras, el sobreviviente que vio su cuerpo ametrallado. Cientos de personas, en su mayoría jóvenes, escucharon sus testimonios.

El 25 de marzo de 1977 la Armada Argentina asesinó y desapareció el cuerpo del escritor, periodista y militante montonero Rodolfo Jorge Walsh, que acababa de despachar su Carta Abierta a la Junta Militar. Durante la madrugada siguiente los miembros del Grupo de Tareas 3.3 allanaron su casita de San Vicente, de donde robaron archivos de prensa, documentos y cuentos inéditos, que luego fueron vistos por secuestrados en la ESMA. Ayer, al cumplirse 40 años de su muerte y en el marco de la muestra “Walsh en la ESMA”, cientos de personas, la mayoría jóvenes, escucharon sin pestañear los recuerdos de Horacio Verbitsky, amigo y compañero de militancia de Walsh, y de Martín Gras, el sobreviviente que vio su cuerpo ametrallado y los papeles que los marinos -ahora condenados y presos- nunca se dignaron a devolver. En el cierre de “La visita de las cinco”, como se denomina el recorrido del público por el Museo-Sitio de Memoria ESMA, el periodista de Página 12 y presidente del CELS denunció que “hay una ofensiva muy clara para tratar de detener el proceso de Memoria, Verdad y Justicia”.

“El objetivo es hacer presente a Rodolfo Walsh en toda su magnitud”, explicó Alejandra Naftal, directora del Sitio-Museo de Memoria ESMA, en referencia a la muestra que se podrá visitar hasta el 23 de abril. Entre los documentos en exposición se destaca una copia original de la Carta Abierta, que Walsh terminó de escribir horas antes de ser acribillado en la esquina de San Juan y Entre Ríos, y apuntes de Lilia Ferreyra -compañera en sus últimos diez años de vida- al intentar reconstruir el cuento “Juan se iba por el río”, sobre la vida de un soldado de las luchas civiles del siglo XIX. Hay también tres piezas audiovisuales con fragmentos de testimonios brindados durante los juicios orales ante el Tribunal Oral Federal 5: sobre la caída del escritor en manos de la patota de la Armada, sobre los papeles robados en la quinta de San Vicente y sobre la reconstrucción de “Juan se iba por el río”, cuento que Gras descubrió durante su cautiverio en el armario del entonces teniente Antonio Pernías, oficial de inteligencia de la Armada.

“Compañero, amigo y maestro”, fueron las palabras de Verbitsky para definir a Walsh durante su exposición en la puerta del ex Casino de Oficiales de la ESMA, pegado a los vidrios que cubren la fachada del ex centro clandestino con los rostros de cientos de detenidos-desaparecidos. Confesó que “el 40º aniversario me pega más fuerte” no por el número redondo sino por la ausencia de Lilia, fallecida hace dos años y a quien confortó desde aquel 25 de marzo, y que “es difícil asimilar” que Walsh -quince años mayor- murió a la edad que hoy tiene uno de sus hijos.

El periodista de Página 12 habló primero sobre “Juan se iba por el río”, contó que Walsh “quería escribir una novela pero empezaba y se trancaba”, por eso decidió escribir cuentos con un personaje común para después enhebrarlos. Luego repasó las experiencias de ANCLA, que definió como “una simulación de agencia noticiosa”, y Cadena Informativa, una sola hoja que relataba un episodio concreto y cerraba con la invocación a “sentir la satisfacción moral de un acto de libertad” y “derrotar el terror”. “Líneas magistrales”, las definió Verbitsky, que al investigar la historia política de la Iglesia católica descubrió que estaban inspiradas en panfletos de esa institución en su campaña contra Perón en 1954, de la que participó el hermano de Walsh, luego piloto de uno de los aviones que bombardearon Plaza de Mayo. También destacó al apelación a “elementos de la cultura popular” en referencia a la idea de cadena. “Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando”, leyó y recordó que era el eslogan de la publicidad de la época.

Al analizar la Carta Abierta, el periodista remarcó “la visión profunda sobre las consecuencias del golpe de Estado” que evidencia la definición de la política económica como “la explicación de sus crímenes” pero también de “una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. “Y eso que no llegó a ver las peores medidas económicas: la ley de entidades financieras se aprobó meses después”, reflexionó. La conducción de Montoneros le objetó ese párrafo pero Walsh, que firmó la carta con su nombre, no lo sacó ni lo modificó, contó Verbitsky. Cerró la primera parte de su exposición con la célebre definición de Walsh sobre cuál es “el campo del intelectual” y con una lectura de “Las cosas que quiero”, de los diarios del escritor, que arranca por “Lilia” (eliminada de una de las primeras ediciones de ese texto) y termina con “la sumersión en los otros”. “Eso logró Rodolfo”, concluyó.

“Yo estoy del otro lado del espejo”, arrancó Gras, que es abogado y docente. “Mi tarea es notoriamente más ingrata”, admitió antes de relatar su secuestro en enero de 1977. Militante montonero como Walsh y Verbitsky, contó que Pernías “estaba entre azorado y fascinado por el mundo” de esa organización, por lo que periódicamente lo citaba para entrevistarlo en su oficina del sótano de la ESMA. Fue allí que, no con capucha sino “con los anteojitos” que sólo le permitían ver algo gracias a su nariz pronunciada, fue testigo del “griterío total” de la patota que llegaba y pudo ver “el cuerpo de Rodolfo”, desnudo de la cintura para arriba, con el pecho atravesado por una ráfaga de ametralladora, sobre una camilla, rumbo a la enfermería.

Luego contó cómo se topó con los papeles robados a Walsh en el armario de Pernías y detalló lo que vio y leyó: una carpeta con recortes de noticias policiales, la colección del diario de la CGT de los Argentinos, tres documentos críticos a la conducción de Montoneros, un ejemplar de la Carta Abierta y el cuento “Juan se iba por el río”. “Fue un golpe descubrir que la crítica al militarismo había sido puesta en palabras”, contó. Confesó que los cautivos de la ESMA todavía no sabían sobre los vuelos de la muerte, que creían lo contrario: que los trasladados, en teoría a “quintas de recuperación”, eran quienes sobrevivirían, y viceversa. Luego recordó su primer encuentro con Lilia en un bar de Madrid en 1982. La compañera de Walsh, que lo había ayudado a tipear la Carta y el cuento, comenzó a recitar las primeras líneas de “Juan se iba por el río” y se asombró al ver que Gras lo recordaba. “Fue mágico: dos personas tratando de reconstruir la herencia perdida del mejor escritor de su generación”, resumió.

“Estos papeles detenidos desaparecidos son una asignatura pendiente. Me resisto a creer que quienes tuvieron ese material en sus manos lo hayan destruido”, reflexionó Verbitsky horas después, tras la intervención del escritor Marcelo Figueras, convocado como “cronista invitado” por los organizadores, y de la visita por el Museo-Sitio de Memoria. “Yo creo, y Rodolfo creía, que los papeles perduran, no se pierden, y la experiencia internacional dice que las burocracias de poder aman el archivo. Por eso tengo la esperanza de que ese material pueda recuperarse, ya que es parte significativa de la cultura de este país”, remarcó.

Al repasar los contenidos de la muestra, el presidente del CELS elogió el rigor científico que le imprimió el equipo que encabeza Naftal y celebró que “aquí no hay una visión sectaria de la historia, no se está haciendo propaganda de nada: se muestra hechos tal como ocurrieron”. Advirtió sobre “el revisionismo que se pretende instalar” y mencionó como actor central al secretario Avruj, que en los últimos días anunció la intención de revisar los planes de estudio de historia argentina sobre los 70. “Por ahora no dicen que quieren negar, dicen que quieren ‘memoria completa’, un inventó del actual papa Francisco en el año 2000”, dijo Verbitsky, y recordó que fue el entonces jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, quien relató los planteos sobre una “mesa de consensos” que proponía el entonces arzobispo porteño Jorge Bergoglio.

Ante la imposibilidad de frenar los procesos judiciales “lo que hacen es echar arena en los engranajes: negar presupuesto, cerrar unidades investigativas, despedir personal, no cubrir vacantes judiciales”, describió. “Es la forma de sabotear (el proceso de justicia) sin enfrentarlo abiertamente”, resumió. “Lo que han visto acá les provee de argumentos para resistir ese intento de revisionismo, esa tentativa de reprimir nuestra historia y de volver a una etapa superada por la conciencia social, por los años transcurridos, por las investigaciones y los juicios realizados, y por la participación de nuevas generaciones en el conocimiento de los hechos, la toma de conciencia y la ratificación del Nunca Más”.