El diario Clarín registró la historia del joven de 18 años Matías Aguilar, quien fue operado de apendicitis y sufrió muerte cerebral en la clínica Güemes de Orán. Era abanderado de su escuela y hoy se encuentra en estado vegetativo.

La nota lleva la rúbrica del periodista Jesús Rodríguez quien resaltó que los médicos del Sanatorio Parque de la ciudad de Salta, a donde habían trasladado a Matías tras las complicaciones en Orán, le informaron a la madre del paciente que “Su hijo va a quedar en estado vegetativo por el resto de su vida”. Hablaban de la salud de su hijo, Leonardo Matías Aguilar (18) que fue operado el 14 de enero de apendicitis y salió del quirófano con muerte cerebral.

La madre de Matías se llama Nilda Segundo quien denunció por mala praxis a la Clínica Güemes, de la ciudad de Orán, donde Matías fue operado. “Cuando Matías salió de la operación, Nilda vio cómo se les doblaban las manos y se les torcían los pies. De a poco, fue llegando la ayuda. La profesora de inglés Stella Maris Daniel –del Colegio Nº 5175, de Orán, donde hasta el año pasado estudió Matías y egresó como abanderado– levantó una foto de su ex alumno en su estado actual y la publicó a través de redes sociales. Y la comunidad se volcó para ofrecer ayuda”, precisa la nota.

“He denunciado a la clínica por mala praxis. Y ahora cuando pueda volver a Orán voy a ampliar la denuncia contra el anestesista, porque por él, Matías no va a ser el mismo de siempre”, dice Nilda. Tras la operación, y ver cómo Matías empeoraba clínicamente, los responsables de la clínica decidieron trasladarlo al hospital público San Vicente de Paúl. Nilda preguntó porque lo llevaban al hospital. “Me contestaron que ‘en la clínica se les había acabado el oxígeno’ y que ‘solo les quedaba un tubo chico’. No puedo creer esa mentira”.

Matías respira a través de una traqueotomía desde que entró en estado vegetativo el 14 de enero. Estuvo internado hasta el 21 de marzo en el hospital de Orán. Ese día fue trasladado a Salta porque no le podían controlar las escaras en glúteos, caderas y espalda. El viernes pasado, por la tarde, Matías comenzó a tener taquicardias y fue llevado a terapia intensiva.

El dueño del sanatorio Pablo González le apunto al anestesista de apellido Fadel. Según el empresario de la salud Fadel le induce la anestesia a Matías y se retira del quirófano. Sin embargo, reseña el informe, no es la primera vez que pasa algo similar en ese sanatorio: Luis Carlos Cuello, un expendedor de combustible en una estación de servicio, ingresó el 4 de febrero no pudo más del dolor de estómago y su esposa Mariela Arnedo lo acompañó hasta el Sanatorio Güemes. Le diagnosticaron apendicitis y del quirófano salió en estado grave. El 14 de febrero Cuello dejó de existir.

“En el caso del paciente Cuello, –dice Pablo González–, él tenía una patología neurológica preexistente que no le fue advertida por la esposa al anestesista. Quiero aclarar que no es el mismo que asistió al chico Matías. El sanatorio, que se inauguró en el año 2005, sin que haya denuncia en su contra-, está a disposición de la fiscalía”.