El Instituto Gino Germani de la UBA, publicó una investigación de los salteños Carlos Abrahan y Alejandra Soler sobre la lucha de obreros y estudiantes de Salta en 1970. Bucea en la conflictividad social y la organización de los sectores populares en aquellos años.

El extenso trabajo se titula “Lucha en las calles de obreros y estudiantes. Salta, Noviembre de 1970”. Sus autores son Carlos Abrahan y Alejandra Soler, ambos historiadores egresados de la Universidad Nacional de Salta. Publicamos el escrito íntegramente excepto las notas al pie de página que centralmente citan las fuentes bibliográficas y periodísticas de donde extrajeron los relatos de época que hicieron de materia prima de la investigación:

“Desde 1969, el estallido de una serie de huelgas políticas de masas 2 (Rosariazo, Cordobazo y segundo Rosariazo), marcó la irrupción independiente de la clase obrera en la escena política, el cuestionamiento del monopolio de la fuerza del Estado y la inauguración de un período con características revolucionarias. Estos hechos, pusieron de manifiesto la división de la burguesía, y el inicio de la constitución de una fuerza social conformada por la alianza entre una fracción minoritaria de la clase obrera y de la pequeña burguesía que sustentaban una estrategia revolucionaria.

A lo largo de los tres años que siguieron al Cordobazo, se sucedieron grandes movilizaciones: “azos y puebladas” en diversas provincias, cuyo estudio ha sido abordado varias veces. Para el caso de Salta, esa tradición no existe, porque en general la historiografía salteña ha presentado un pasado de orden y tranquilidad ocultando o dejando de lado las luchas obreras en la provincia.

Esta perspectiva muestra una imagen de la provincia en donde la lucha de clases y la clase obrera parecen no existir. Esta investigación forma parte de un proyecto independiente cuya motivación es despejar ese error o desinterés y orientarse a la reconstrucción de la historia de la clase obrera y sus luchas a partir del estudio de los enfrentamientos sociales. En esta oportunidad, nos centraremos en el estudio de las movilizaciones desarrolladas en Salta del 11 al 13 de noviembre de 1970, paralelas a los “azos y puebladas” que tuvieron lugar en localidades de las provincias de Neuquén, Río Negro, Santiago del Estero, Catamarca, Buenos Aires y Tucumán en el marco del repliegue de la dictadura militar (Levingston 1970), el trazado de una estrategia de la burguesía para canalizar por la vía institucional la movilización popular, y la formación de las organizaciones político militares.

El objetivo es describir, periodizar y conceptualizar los enfrentamientos obreros y estudiantiles de noviembre de 1970, considerando las formas de lucha y organización desplegadas, las fracciones de clase intervinientes, las metas que se plantean, y la estructura económico-social concreta de la que Salta forma parte.

Ante la ausencia de fuentes en sindicatos y Confederación General del Trabajo-Salta (CGT-Salta), desarrollamos la investigación sobre la base de dos diarios locales (El Tribuno y Norte) de 1970, la revista local El Otro país y diarios nacionales.

El proceso revolucionario en el país

Desde el Cordobazo, la acción directa y la lucha de calles quedaron incorporadas como el método principal de lucha obrero-estudiantil de los siguientes años. Al mismo tiempo, surgieron organizaciones político-militares que desarrollaron la lucha armada desde diferentes posiciones políticas. En enero de 1970, un comando del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) fracasó en liberar a Roberto Santucho en Tucumán. También, las Fuerzas Armadas Peronistas iniciaron sus actividades de guerrilla urbana, luego del fracaso del campamento de entrenamiento de Taco Ralo (Tucumán) en 1968. En febrero de 1970 en Rosario, un comando del PRT asaltó un tren pagador del que recaudaron 41 millones de pesos. Parte de estos fondos financiarían su V Congreso.

Meses después, las Fuerzas Armadas de Liberación12 secuestraron al cónsul paraguayo Waldemar Sánchez con el objetivo de canjearlo por militantes detenidos: Carlos Della Nave y Alejandro Baldú, que no eran reconocidos como presos. Finalmente, Della Nave fue presentado ante periodistas con signos de tortura y el cónsul fue liberado a fines de marzo. Baldú nunca apareció.

En mayo de 1970 fue secuestrado Pedro E. Aramburu, ex presidente de facto y líder del sector liberal del Ejército, que sería “ajusticiado” por Montoneros el 1 de junio. Un mes después, la misma organización tomó la localidad de La Calera en Córdoba y semanas después, muere su dirigente, Fernando Abal Medina, en un enfrentamiento.

El ascenso de la movilización social se expresó también en las luchas obreras de ese año. En febrero, en El Chocón-Cerros Colorados, provincia de Neuquén, comenzó una de las grandes huelgas del período, protagonizada por 4.000 obreros de la construcción, dirigidos por una comisión interna clasista. En marzo, los obreros de Fiat Concord (SITRAC) de Córdoba, eligieron otra dirección y en mayo tomaron la fábrica con rehenes. Lo mismo hicieron los obreros de la planta Fiat Materfer (SITRAM) y obtuvieron elecciones libres. Fue el punto de partida del “clasismo”.

Durante junio, la movilización obrera se profundizó en Córdoba: los trabajadores mecánicos ocuparon las principales plantas industriales en reclamo de aumentos salariales. El 9 y el 22 de octubre de 1970, y nuevamente el 12 y 13 de noviembre se realizaban las huelgas generales convocadas por la Confederación General del Trabajo (CGT). Al mismo tiempo “se estremecieron (…) las provincias del noroeste: Salta, Catamarca, y tuvo lugar el segundo momento culminante de lo que se llamó el Tucumanazo”.

En relación al gobierno del Estado, el 8 junio fue relevado Juan Carlos Onganía, y asumió el Gral. Roberto Marcelo Levingston. El nuevo gobierno declaró que la salida política se concretaría cuando se hubieran logrado los objetivos de la “revolución” y que no sería un proceso corto.

Por su parte, el jefe del Ejército, Alejandro Agustín Lanusse, manifestaba la necesidad de una salida política. Esta fue una de las líneas estratégicas de la burguesía: el regreso de la democracia parlamentaria, para institucionalizar los conflictos sociales y desarticular a las masas. La otra línea, fue el perfeccionamiento de una política de aniquilamiento de los cuadros revolucionarios y combativos del movimiento popular.

En este escenario histórico, el Secretario General de la C.G.T de los Argentinos, Raimundo Ongaro, llamaba a la organización y la unidad de todos los sectores sociales contra la jerarquía eclesiástica, la sociedad rural y las Fuerzas Armadas partidarias de los monopolios.

En julio de 1970, el gobierno convocó el congreso normalizador de la C.G.T. Perón, abandonando a la C.G.T. de los Argentinos, convocó a la unidad sindical y al apoyo de José Ignacio Rucci, elegido Secretario General. La nueva conducción intentó encabezar movilizaciones obreras para golpear al gobierno, pero al mismo tiempo, controlarlas. Perón por un lado alentaba a los Montoneros y a lo que denominada las “formaciones especiales”, y por el otro, ponía como su representante político a Juan Daniel Paladino, un cuadro de la llamada derecha peronista.

En medio de una crisis social y política, el régimen había tomado el camino de la salida electoral, línea sostenida por Lanusse. Esta política aumentó el deterioro del gobierno de Levinsgton, a lo que se sumaron las nuevas protestas sociales, las acciones de organizaciones político-militares y la reaparición de los partidos tradicionales.

El 11 de noviembre, Perón anunció la constitución de La Hora del Pueblo entre peronistas, radicales, desarrollistas, demoprogresistas, conservadores populares y socialistas populares, para exigirle al gobierno inmediatas elecciones sin vetos y proscripciones. A fines de 1970, la Confederación General Empresaria rompe con el gobierno y pasó a convertirse en un sostenedor de la acción partidaria de La Hora del Pueblo, en búsqueda de una salida electoral.

Situación provincial

En 1970, la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) de Salta lanzaba una declaración sobre la situación política del país y sobre la provincia, que mostraba un panorama alarmante: “…las quiebras comerciales han llegado al pico del desastre; diariamente, la provincia pierde $500.000 por la paralización de las obras de los tres diques; se está produciendo un masivo despido de trabajadores de las empresas de obras públicas por la suspensión, paralización o carencia de obra pública; existe un total deterioro sostenido y acelerado de la economía tradicional de la provincia sin compensación de nuevas actividades que requiere urgentemente, por ejemplo, anualmente se gastan 3 mil millones en el consumo de carnes del campo sureño, o sea, su equivalente de toda la producción tabacalera.”(El Tribuno /3/10/70)

Este panorama era reafirmado por el empresario Alberto Gir, quien señalaba que en los primeros 8 meses del año, el monto de las quiebras se había elevado a 700 millones de pesos nuevos, mientras que durante el año anterior, la cifra había sido de 370 millones de pesos nuevos (incremento del 85%). La información de la prensa también contribuía a retratar el panorama económico. En el norte de la provincia la retracción económica se hacía evidente, por ejemplo, en la actividad maderera, paralizada por las dificultades de las empresas proveedoras de durmientes del ferrocarril, lo que estaba produciendo desocupación y migración de cientos de obrajeros. En cuanto al índice del costo de vida, Gir aseguraba que había experimentado un aumento del 20%, mientras que los salarios no habían subido en relación a los precios, y el mercado de trabajo se encontraba paralizado. En octubre de 1970, El Tribuno informaba que el aumento de los precios había llegado al 4,3% en relación a septiembre, y un 22% en relación a octubre de 1969.

Luego de las movilizaciones nacionales y locales del año 1969, y de la renuncia del gobernador Hugo Rovaletti el 21 de agosto de ese año, la crisis de la burguesía y el partido militar se hizo evidente en la provincia con la sucesión ininterrumpida de interventores.

El gabinete del gobierno cívico–militar del Cnel. Aguirre Molina, administración durante la que se producen los hechos estudiados en este trabajo, tenía una fuerte representación de la gran burguesía agraria salteña. Ésta iniciaba un proceso de organización corporativa que más tarde daría lugar a la Unión de Entidades Empresarias Salteñas (UDEES). Esto se realizaba a instancias de la Cámara del Tabaco, la Sociedad Rural Salteña, Centro de Productores de Frutas y Hortalizas, Cámara de Minería y Cámara de Comercio e Industria. La creación de UDEES se fundamentaba en los “evidentes signos de deterioro de la economía regional”, tanto en lo referido a la producción de materia prima como en los servicios y las manufacturas.

La actividad pública de los partidos políticos salteños tradicionales era limitada dadas las restricciones del régimen, pero hacia 1970 iniciaron un proceso de reorganización y enfrentamiento entre tendencias internas.

Entre las organizaciones político-militares en actividad en Salta durante la década del 70 encontramos al Comando Montonero del Noroeste Argentino, que en septiembre de 1970 realizan su primera aparición pública dando a conocer el “fallo” por el cual se resolvía “pasar por las armas” a Alberto Velarde, colaborador (Fiscal del Juzgado Federal) en la captura de los militantes del Ejército Guerrillero del Pueblo26 en 1964 en Colonia Santa Rosa (provincia de Salta).

Según la prensa escrita, otra agrupación armada desarrollaba actividades: el Frente Armado de Resistencia “Comuneros”, que en septiembre habría sido autor de un atentado producido en las oficinas del Ingenio El Tabacal, en Orán. La Policía Federal en Salta inició procedimientos contra la “célula extremista”, y realizó varias detenciones.

A mediados de los ´60 se había fundado el Frente Revolucionario Peronista (FRP) dirigido por Armando Jaime y Juan Carlos Salomón, luego de su ruptura con el Movimiento Revolucionario Peronista. Después organiza su brazo militar, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) que actuaría en Salta hasta mediados de los ´70.

En cuanto al movimiento obrero, hacía dos años que la dirección de la CGT había caducado, pero seguía encabezada de forma interina por Olivio Ríos (también presidía las 62 organizaciones). En septiembre de 1970, luego de la visita de Rucci a Salta, se determinó la realización de un plenario a fin de regularizar la situación de la central obrera local.

Luego de varios plenarios resultó proclamada la lista única encabezada por Gilberto Fernández (UOCRA) como delegado regional y Ángel Aliberti (gastronómicos), subdelegado. Al asumir, el nuevo delegado regional declaró: “Esta noche el sindicalismo salteño inicia una etapa de cambio. La etapa de la burocracia y de los raros manejos con contaminación empresarial ha terminado. Como contrapartida restituiremos la posición monolítica del gremio al servicio de la clase obrera”.

Mario Amelunge, dirigente de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) expresó la necesidad de unidad de los cuadros sindicales: “Ante la renovación del secretariado de la CGT, la UOM hace llegar su más amplio apoyo y adhesión. Exhorta a las organizaciones hermanas a prestar su más ferviente apoyo al secretariado, dejando de lado los resquemores que pueden haberse suscitado”.

Huelgas generales del 9 y 22 de octubre

A mediados de 1970 la CGT Nacional resuelve un Plan de Lucha hasta fin de año, consistente en tres paros: 9 y 22 de octubre, y 12 al 13 de noviembre.

Antes de llevarse a cabo los dos primeros paros en Salta, una multitud de gremios venían manifestando reclamos, medidas fuerza y paros contra el gobierno. Se trataba fundamentalmente de diversas fracciones estatales.

En un plenario realizado el 2 de octubre, la CGT-Salta adhirió por unanimidad al paro general de 24 horas para el 9 de octubre, declaró el estado de sesión permanente y convocó “a estudiantes, profesionales, villas vecinales y a toda la ciudadanía a participar de la medida”. El 8 de octubre, el diario El Tribuno tituló que la totalidad de los gremios salteños adherían al paro del día 9, 33 y luego informó que se había desarrollado “pacíficamente” y el acatamiento había sido del 80 al 100%.

El 14 de octubre se realizó otro plenario de la CGT a fin de analizar la segunda etapa del Plan de Lucha, consistente en un paro de 10 horas el día 22 de octubre y acto público en la sede de ATE. La prensa definió la jornada de paro como “agitada”. El 90% de los comercios había cerrado sus puertas luego del mediodía y las empresas periodísticas se habían adherido al paro. La policía se encontraba acuartelada desde la mañana y posteriormente realizó un operativo de patrulleros, carros de asalto e hidrantes. A las 17 horas, momento en que se iba a realizar el acto, los colectivos dejaron de circular.

En la tarde se formaron columnas de obreros y estudiantes que de forma pacífica trataron de llegar a la plaza 9 de julio luego del acto en ATE. Según la prensa, en las calles Pellegrini y San Martín (centro de la ciudad) se desarrolló una corta “batalla campal”, y comenzaron los incidentes que se prolongarían hasta la medianoche. La acción policial logró dispersar a los manifestantes, que se reagruparon en el local de la CGT, en el centro de la ciudad. Alrededor de las 20 horas, un contingente armó fogatas y se hizo presente la guardia de infantería, junto a patrulleros y camiones hidrantes, al mando del Jefe de Seguridad, Joaquín Guil, que dirigía la represión contra manifestantes y vecinos.

El camión hidrante comenzó a avanzar y atacó con chorros de agua, lo que determinó la reacción contra la policía. Se sucedieron pedreas e incendio de automóviles por parte de los manifestantes, y lanzamiento de gases por parte de la policía. Las corridas y la represión se extendieron por todo el centro, y en las calles Ituzaingó y Alvarado se produjo un fuerte choque que dio como resultado la rotura de decenas de comercios.

Otro enfrentamiento se produjo en Villa Cristina (Barrio alejado del centro) pasadas las 0 horas del viernes 23 de octubre. Recién después de la medianoche se aplacó el clima en el centro de la ciudad. Fueron detenidas 30 personas, que a las horas recuperaron la libertad, y una persona resultó herida.

Previo a efectuarse el plan de lucha de la CGT Nacional para noviembre, en Salta se llevaron adelante numerosos reclamos obreros y estudiantiles.

En el caso de estos últimos, el Centro de Estudiantes del Departamento de Humanidades de Salta (CEH), dió a conocer un comunicado repudiando la privatización del comedor estudiantil: “Esta medida impopular perjudicará a un gran número de estudiantes que concurren a dicho comedor, por cuyo motivo exhortamos a los estudiantes universitarios y secundarios de Salta a congregarse en torno a la comisión de solidaridad”.

En el caso de la clase obrera, se desarrollaron diversas luchas de carácter parcial, como el caso de los obreros frigoríficos y rurales que denunciaban despidos y suspensiones, o los obreros de minas Unchimé y metalúrgicos de empresas particulares por nombrar algunos.

tucumanazo 1970En tanto, el 10 de noviembre se producían los enfrentamientos en Tucumán que desembocaron en el “Tucumanazo”. El mismo día, en Salta se realizó una asamblea convocada por el CEH, donde participó personal no docente, se discutió su situación laboral, el paro por tiempo indeterminado que venían llevando a cabo en todo el país y su repercusión en los turnos de exámenes. Se resolvió apoyar y convocar a una asamblea extraordinaria el día 11 en la Facultad de Ciencias Naturales para tomar resoluciones relativas al apoyo activo que se prestaría al personal en huelga.

En cuanto a la tercera parte del plan de lucha de la CGT, consistía en una “huelga activa” de 36 horas el 12 y 13 de noviembre, con los siguientes objetivos: “Como el 22 de octubre, se organizarán concentraciones en todo el país y el 13, un acto central. Pliego: 1- Fijación de un salario mínimo que contemple la pérdida del valor retributivo operado en los últimos 5 años, 2- Plena vigencia de la ley 14.250 de convenio colectivo de trabajo, 3- Incorporación de trabajadores estatales dentro del régimen previsto por ley 12.251, 4- Reincorporación de todos los cesantes por temas gremiales, 5- Instalación de un sistema de previsión social que responda a las reales necesidades de los trabajadores en pasividad, 6 -Eliminación del régimen de quitas zonales, 7- Derogación de leyes represivas, la pena de muerte y del estado de sitio. (Diario Norte: 11/11/70)

En un plenario de la CGT-Salta, se decidió convocar a los trabajadores a una concentración el día 12 a las 16 horas en el local de la CGT para realizar un acto. Oscar Dobro, secretario de prensa, informó sobre los primeros gremios adheridos, entre los que predomina la fracción industrial del sector privado y público. Luego, el diario El Tribuno tituló “La totalidad de los gremios de Salta adhieren al paro general de 36 horas”. En total, eran 44 gremios.

Para el acto y concentración del día 12, la CGT convocó también a entidades de profesionales, estudiantes, inquilinos, amas de casa y empresarios. El gobierno advirtió que no serían pagados los días de huelga.

Puede observarse que antes del estallido del 11 al 13 de noviembre, ya se producían los primeros enfrentamientos en las calles, en el contexto de las huelgas generales de la CGT. La convocatoria parte de las organizaciones obreras siendo los estudiantes los principales acompañantes, reeditando solidaridades y alianzas de años anteriores. Además, dicha convocatoria se realiza a otros sectores y organizaciones, con un conjunto de reivindicaciones económicas (aumentos salariales, condiciones de vida) y políticas (oposición al régimen dictatorial).

Unidad obrero – estudiantil: 11 de noviembre

El 11 de noviembre después de las 20 horas, estudiantes universitarios y no docentes de los departamentos de Ciencias Naturales y Humanidades, realizaron una manifestación pacífica por las calles céntricas de la ciudad en apoyo a la huelga de FATUN (federación de empleados administrativos de universidades) y en solidaridad con los estudiantes tucumanos.

La concentración fue en calle Buenos Aires (donde se encontraba la sede de la UNT). Allí habló el delegado de la Asociación de Empleados de la UNT, Gerardo Bravo y Leopoldo Pipo, llevando la adhesión de la CGT de Salta. Señalaron: ““Una vez más queda ratificada la sólida unidad obrero-estudiantil en esta lucha emprendida, unos desde las fábricas, talleres y otros desde las aulas, llevados del propósito de alcanzar el bienestar y la tranquilidad que el pueblo reclama” (Diario Norte: 12/11/70)

4-503Se sumaron a la manifestación grupos de obreros y estudiantes secundarios, especialmente del Colegio Nacional. La marcha se inició luego de cortar el tráfico con fogatas y otros obstáculos. Sumaban 200 personas, que llevaban carteles con las leyendas: “Que renuncie el rector de la UNT, Rafael Paz”, “Escalafón digno para el personal no docente en huelga”, “Menos milicos, más presupuesto universitario”, y otros que manifestaban su adhesión al paro de 36 horas de la CGT. Rodeando la plaza central, se detuvieron en la Casa de Gobierno gritando: “Queremos Universidad estatal”, “Gobierno obrero-popular”. Con presencia de efectivos de seguridad, se hizo presente el gobernador de facto Cnel. Aguirre Molina quien “invitó a los manifestantes a dialogar”. Entre los manifestantes, tomó la palabra “el joven Caro Figueroa”: “Los estudiantes y empleados no docentes de las universidades nacionales, han ganado la calle para reclamar derechos sociales conculcados por el gobierno. No nos dirige nadie ni respondemos a ningún interés extraño. Solo nos oponemos a la privatización del comedor estudiantil y a la demora indefinida en la aprobación del escalafón para los trabajadores de las universidades. Reconocemos el gesto de las autoridades de salir a nuestro encuentro para escuchar e invitarnos al diálogo. Pero debe el gobierno admitir que nada puede resolver en profundidad porque carece de representatividad popular… los estudiantes salteños repudian la violenta represión efectuada por la policía tucumana contra los estudiantes de esa provincia y el envío de los efectivos de seguridad”. (idem)

Luego intervino el gobernador quien al afirmar que “no todos los que asistían allí eran estudiantes”, fue callado a los gritos por los manifestantes quienes se retiraron marchando hacia a la Facultad de Ciencias Naturales. Allí habló Gerardo Bravo y dirigentes estudiantiles que anunciaron que en los próximos días no habría clases en ninguna Facultad ya que el CEH y Centro de Estudiantes de Ciencias Naturales habían adherido al paro decretado por la CGT, e invitaban a todo el estudiantado a concentrarse el jueves 12 en el local de la central obrera donde se realizaría una concentración obrera y un acto público.

Huelga general y lucha callejera: 12 de noviembre

A las 12:00 se inició el paro. Los comercios habían cerrado sus puertas, y las empresas suspendieron sus servicios de transporte interurbano a Tucumán y Córdoba. Los trenes tampoco funcionaban y el ausentismo era casi total en los establecimientos educativos.

14.00: En las puertas de la escuela Mariano Cabezón, en la periferia de la ciudad, se registró una explosión sin pérdidas humanas, pero con daños materiales de consideración. En el centro de la ciudad se apedreaba a colectivos en circulación y en el departamento Gral. Güemes un artefacto explosivo estalló en las vías del ferrocarril. Horas después, otra bomba Molotov inició un principio de incendio en el corralón El Cardón.

19.30: Obreros y estudiantes se concentraron en inmediaciones de calles Alvarado, Urquiza, Deán Funes y Florida, para luego marchar por Buenos Aires en dirección a la Plaza 9 de julio (todo en el centro de la ciudad). En el trayecto, intervino la policía para desarmar las columnas, mientras los manifestantes armaban barricadas. Se produjeron “escaramuzas”, y la policía logró desarmar algunas barricadas.

Según el testimonio del Mayor retirado Raúl Mario de la Torre, mientras ocurrían destrozos de vidrieras y carteles luminosos, activistas gritaban “que había que terminar con el sistema capitalista y que la solución era el socialismo”. En el departamento Gral. Güemes estalló otro explosivo en la planta de Gas del Estado.

20:30: Ingresaron a la plaza 9 de julio efectivos del Ejército. Parte de los manifestantes retrocedieron por calle Buenos Aires hasta Avenida San Martín, en cuya esquina levantaron barricadas, se incendiaron tres vehículos y la policía inicia una rigurosa tarea de represión.

21.00: El escenario de enfrentamiento se extendió a todo el sector céntrico, y la policía agotó su provisión de gas lacrimógeno. Un grupo de manifestantes se dirigió por calle Zuviría hasta la esquina de Av. Belgrano, donde se encontraba el Súper Salta. Según el diario La Nación, cuando los manifestantes intentaron prender allí una fogata, “se origina una incidencia que degeneró en una pedrea a las instalaciones del supermercado destrozando sus vidrieras”. Luego se produjeron disparos desde el supermercado atribuidos a uno de los propietarios y gerente, Joaquín Durand, por lo que cae herido un manifestante: Juan Roberto Díaz, quien muere al ser conducido al hospital.

22.30: Se produjo el ataque de la policía a manifestantes ubicados en calle Urquiza por lo que resultaron heridos tres manifestantes50. En el departamento Gral. Güemes estalló una bomba en las oficinas del Ingenio San Isidro. En la ciudad de Salta se acumulaban las denuncias por rotura de vidrieras y luego se informó que los comercios afectados eran 50. Otra bomba produjo destrozos en el Colegio Nacional de Gral. Güemes. La policía entró a la Unión Ferroviaria y a viviendas particulares céntricas.

24.00: Se registraron hechos aislados, pero ya la plaza y sus alrededores estaban ocupados por fuerzas represivas. Según La Nación había 122 detenidos.

Huelga General. Viernes 13. Estado de sitio

0.00: Seguían ardiendo barricadas, fogatas y automóviles en esquinas céntricas. 200 personas se agrupaban en el local de la CGT.

2.00: Una bomba estalló en el corralón El Cardón dejando importantes daños materiales, y otras en el paso a nivel del Ferrocarril en la localidad Gral. Güemes y en el auto del ex intendente (Roberto Arce). Mas tarde, en la estación local del ferrocarril, estallaban dos bombas incendiarias.

8.30: Una octava bomba explotó en Güemes. Según el diario La Nación, el cese del transporte urbano era total, el gobierno provincial exhortaba a la población a “no dejarse influir por elementos disociadores”, y aclaraba que el asesinato producido no tenía relación con la acción policial.

9.00: La segunda jornada de paro registraba una adhesión del 90% en las oficinas públicas, comercios y bancos de la capital de la provincia. Las autoridades decretaron asueto en la administración pública, entregaron el cuerpo de Juan Roberto Díaz a sus familiares, y la CGT ofreció el local para el velatorio. La policía reprimía con gases lacrimógenos y dispersaba a trabajadores que llegaban a la CGT. Hubo corridas y se detuvieron a 20 personas. Por otro lado, la justicia ordenó la detención contra Joaquín Durand por “supuesto homicidio”.

11.30: El gobierno ordenó que al velatorio sólo podían concurrir familiares del asesinado y autoridades de la central obrera. Según La Nación, el gobierno había prohibido que el entierro se realizara el día sábado a la mañana para no prolongar el estado de tensión en la ciudad.

15.00: Habiéndose obtenido el permiso para la concurrencia de amigos de Díaz, las fuerzas que custodiaban el local vuelven a negar el paso al velatorio, por lo que el público presionó hasta lograr el retiro del cordón policial. Llegaron coronas de flores en nombre de Juan Perón, Frente Revolucionario Peronista, Changos Armados Peronistas y Benito Moya (sindicalista peronista).

17.30: La CGT pedía mantener el orden y el cortejo fúnebre se dirigió a la Catedral en donde se dio una misa. Según El Tribuno, se formó una columna de “un millar” de personas, en su mayoría estudiantes y trabajadores. Al salir de la Catedral, el cortejo rodeó la plaza 9 de julio cantando el Himno Nacional rumbo al cementerio San Antonio, pasando antes por la Casa de Gobierno, donde se escuchaban gritos en contra del gobierno y “vivas” a favor de Perón. La columna prosiguió hasta el cementerio, mientras en el trayecto se sumaban numerosas personas “en su mayoría mujeres de condición humilde”. Según La Prensa la columna alcanzaba las 2000 personas. Durante la misa y el sepelio las fuerzas policiales fueron retiradas de la ciudad, y el comandante de la guarnición local, Hernán Risso Patrón, exhortaba a mantener el orden y la propiedad.

En el cementerio tomó la palabra: Francisco Elejalde (Municipales), Hortensia Rodríguez de Porcel (Mujeres peronistas), Armando Caro Figueroa (profesionales peronistas), Mary Giacosa (estudiantes universitarios), el poeta Hugo Alarcón, Gilberto Fernández (CGT) y Juan José Suárez (del Movimiento Peronista).

20.00: Manifestantes encendían hogueras en varias esquinas del centro y se levantaban barricadas en las proximidades de la CGT. La policía reprimió arrojando gases lacrimógenos y desalojó el local de la central obrera, mientras el ejército se apostó en la Casa de Gobierno y edificios públicos.

22.00: Un grupo de manifestantes atacó a pedradas el supermercado San Martín (Filial del Súper Salta), provocando destrozos en vidrieras, y levantando fogatas a lo largo de la avenida, al igual que en otros comercios céntricos.

Otro foco de enfrentamiento fue en las afueras del local de la UOM en donde se enfrentaron obreros y policías, y se levantaron fogatas hasta cerca de la medianoche. La policía finalmente tomó por asalto el local destrozando muebles y puertas, e inundando con gases la sede. Varios obreros junto a Mario Amelunge fueron golpeados y detenidos.

Se difundieron dos comunicados del gobierno y la policía llamando al orden y declarando un virtual estado de sitio en la ciudad.

Por su lado, el Ministro del Interior Brigadier Cordón Aguirre declaró: “Estamos ante la clara presencia de una lucha entre la revolución y la contrarrevolución”. Días después, aseguró: “Los obreros se han desempeñado correctamente y por lo tanto no hay nada más que decir, el problema está superado (…), esta es una información al momento, salvo Tucumán y Salta, el país está totalmente en calma…”. 51 Informó que en la provincia, subsistían algunas barricadas y corridas, y aseguró que la muerte de Díaz “nada tenían que ver con la acción policial (…) Durante una acción – originada por imperio de las circunstancias – desde adentro de un comercio se disparó un balazo que hirió de muerte a una persona que transitaba por el lugar”. El Ministro señalo que el acatamiento al paro había sido del 82% y para la CGT nacional, había sido superior a los del 9 y 22 de octubre.

Bajo el titular “Virtual toque de queda también en Salta”, La Nación aseguraba que la situación era de “extrema tensión”. Para el diario, el total de detenidos se elevaba a 148, y la ciudad estaba controlada por policía, ejército y gendarmería. La prensa escrita informa que el total de heridos era de 60 personas.

Al día siguiente siguieron estallando bombas en importantes empresas de la ciudad. La mayoría de los detenidos fueron liberados, aunque permanecían detenidos nueve estudiantes y trabajadores. Durante la noche son retirados los efectivos del ejército y la gendarmería que custodiaban edificios públicos y estaciones de radio y televisión.

El domingo 15 continuaban los patrullajes por las calles de la ciudad ya que se registraban incidentes aislados. Durante la semana siguiente se detuvo a los principales dirigentes del FRP. 52 El Tribuno afirma que el total de detenidos durante los dos días de huelga fueron 260. La policía aseguraba que los daños provocados fueron “millonarios” entre la destrucción de comercios, del servicio de semáforos y alumbrado público. El secretariado de la CGT-Salta expresó: “El país todo acaba de contemplar una hermosa gesta de valentía cívica y unidad gremial. La clase trabajadora y el estudiantado salteño, con unanimidad total, le dijo basta al desgobierno que venimos soportando desde hace tres lustros. Y como no había ocurrido desde hace muchísimo tiempo, Salta fue la primera figura del proceso. Y así fue que cayó para siempre un joven argentino, asesinado por la espalda por un genuino representante de esa oligarquía, y varios compañeros fueron brutalmente castigados por una policía dirigida por esos enemigos del pueblo”. (Justo Suarez y Juan Carlos Salomon)

A la vuelta de su fuga, Joaquín Durand se presentó ante la justicia, prestó declaración indagatoria y fue detenido. Sin embargo, un mes después la Justicia de la Provincia resuelve la falta de mérito por el asesinato de Roberto Díaz.

Cuando las ultimas repercusiones de estas jornadas de movilización obrera y estudiantil en la provincia se desvanecían, se produce “El Catamarcazo”.

Conceptualización

El enfrentamiento social aquí estudiado, se desarrolló en una estructura económica “capitalista de economía privada con peso de la agricultura como rama de la industria. Se caracteriza también por “ser capitalista de gran industria con rasgos de enclaves de gran industria, con pocas ramas industriales y mucho proletariado”.

Precisando, el enfrentamiento social tiene su epicentro en la ciudad de Salta, primer centro urbano de la provincia y primera en concentración de trabajadores, comercios, industrias, servicios e instituciones del Estado. Otra localidad en donde se producen enfrentamientos es Gral. Güemes, cercana a la capital, y cuarto departamento de la provincia en lo que hace al número de establecimientos industriales y ocupación del proletariado. Allí se encuentran industrias de relevancia como la del cemento (Minetti) y el Ingenio San Isidro. Como se precisó en otras investigaciones, en Salta predominan las relaciones plenamente capitalistas. Atraviesa por un proceso de disminución abrupta de la población agrícola (dedicada a actividades propias de ese ámbito), concentración de propiedad de la tierra, proletarización de la pequeña burguesía y pauperización general.

Las contradicciones sociales tienden a agudizarse en este período dada la crisis económica por la que atraviesa la provincia. Ésta afecta a la clase obrera, evidenciado en los datos citados acerca de masivos despidos tanto en las industrias, agroindustria y los servicios, situación agravada por el aumento del costo de vida y la caída de los salarios. Este proceso de crisis incrementó los reclamos y luchas de la clase obrera, que alcanzan una mayor intensidad al momento de los enfrentamientos sociales en la provincia de Tucumán y las huelgas generales declarada por la CGT. Por otro lado, la lucha se abre lugar en un contexto de crisis de los partidos de la burguesía y del gobierno militar.

Los protagonistas de los enfrentamientos sociales estudiados en esta investigación, son amplias fracciones de la clase obrera (industria, comercio y servicios, con una proporción importante de trabajadores estatales nacionales y provinciales). Estas se alían con fracciones de la pequeña burguesía, personificadas por los estudiantes universitarios y los secundarios, en menor medida por profesionales, profesores y abogados.

En cuanto a la dirección de la lucha, esta se halla determinada por el marco general del plan de lucha de la CGT. Son los dirigentes obreros quienes convocan a toda la población de la ciudad a participar de la medida de fuerza a desarrollarse en octubre y noviembre, a la que los estudiantes responden formando parte de las columnas que manifestaron durante el 22 de octubre. Durante los días del enfrentamiento estudiado (11 al 13 de noviembre), la dirección se confunde entre clase obrera y la pequeña burguesía (estudiantado), quienes se movilizan antes de la huelga del 12, motivados por el apoyo a las movilizaciones de Tucumán, la problemática del comedor universitario y la solidaridad con los trabajadores universitarios.

En los meses anteriores cada fracción desarrolla distintos reclamos corporativos, pero el Tucumanazo es el hecho detonante de un alineamiento en las calles, lo que queda expresado en un discurso de esas jornadas: “queda ratificada la sólida unidad obrero-estudiantil en esta lucha emprendida, unos desde las fábricas, talleres y otros desde las aulas, llevados del propósito de alcanzar el bienestar y la tranquilidad que el pueblo reclama”. La fuerza social se realiza finalmente en el enfrentamiento directo con la fuerza social del orden, en las calles, durante los días sucesivos. Enfrentamientos sociales que tienen antecedentes en la provincia en 1968 y 1969.

La identificación de organizaciones políticas intervinientes no es posible a partir de las escasas fuentes disponibles, aunque ciertos indicios conducen a colocar a las peronistas como una de las presentes (solidaridades expresadas, oradores, consignas), donde agrupamos al FRP, como fracción más radicalizada, cuyos dirigentes son apresados al final de la huelga.

En relación a las formas de lucha, la alianza social obrero-estudiantil desarrolló la huelga general política como forma de lucha, pero se ve subsumida por las movilizaciones, concentraciones y barricadas, es decir, lucha callejera, y acompañada por otras como la colocación de explosivos (dirigidas contra empresas estatales y privadas). En su marcha, obreros y estudiantes construyen barricadas -eficacia moral- y chocan con la policía en el centro de la ciudad. En estos choques los manifestantes no llegan pertrechados, lo que indica rasgos de espontaneidad.

Estos enfrentamientos, de los que tenemos insuficiente información, se extendieron por todo el sector céntrico de la capital, al punto que las fuerzas represivas agotan su provisión de gas lacrimógeno, hieren a 60 manifestantes y detienen a otros 260. También se encuentran acciones aisladas en barriadas alejadas, manifestación del apoyo moral de expropiados no directamente participantes.

Las acciones aquí estudiadas se producen contra el régimen, la dictadura de la “Revolución Argentina” y su representación provincial. Desde el campo del Estado se recurre sobre todo al despliegue de fuerzas armadas (ejército, gendarmería, infantería y la policía), represión, allanamientos, ocupación de locales obreros, la detención y finalmente el estado de sitio. La entrada a viviendas particulares y sindicatos por parte de fuerzas represivas, expresan el apoyo otorgado por vecinos a los manifestantes, y la centralidad del activismo obrero en el enfrentamiento.

El asesinato de Roberto Díaz, puede explicarse como la expresión de una burguesía en crisis y que no espera mediaciones de las fuerzas del Estado. El gobierno prohíbe que el entierro de Díaz se postergue, con el objetivo de no prolongar el estado de tensión social, testimonio de la gravedad del enfrentamiento estudiado. Durante los días anteriores al asesinato de Díaz la movilización en la ciudad alcanzó aproximadamente las 200 personas. Ante el estado de sitio vigente, la fuerza social ha dado un salto cuantitativo en cuanto a la adhesión de la población: la movilización reúne ahora a 2000 personas (en su mayoría estudiantes, trabajadores y vecinos que acompañan el cuerpo), y logrando el retiro de las fuerzas policiales de la escena. El salto no involucra la organización y formas de lucha, predominando desde ese momento, acciones aisladas sin protagonismo de masas.

Sobre la situación, un representante del régimen expresó: “salvo Tucumán y Salta, el país está totalmente en calma”. La gravedad del escenario provincial de la que hablaba el funcionario, sin dudas se debió al asesinato de un manifestante, en momentos en que hechos de este tipo en Argentina fue detonante de grandes movilizaciones, azos y puebladas.

Inmediatamente después de las jornadas de lucha fue removido el rector de la UNT Rafael Paz. Un mes después de los “azos” de fines de 1970 en varias provincias, el presidente militar Levingston anunció que todos los gobernadores militares serían reemplazados por civiles. Por otro lado, se decretó un aumento del 6% de los salarios en enero de 1971.

Conclusión

Teniendo en cuenta los objetivos planteados en la introducción, se realizó una descripción exhaustiva de los hechos a fin de establecer las determinaciones del hecho estudiado. Encontramos en la lucha callejera la forma principal de lucha, con asambleas obrero – estudiantiles, y en donde las metas exceden los reclamos particulares de meses anteriores, hasta dirigirse en contra del régimen como oposición política. Este proceso se halla determinado por una crisis económica y del régimen.

En la provincia de Salta se acumulan luchas y movilizaciones aisladas que terminan de articularse con el Tucumanazo y la huelga general de la CGT, adquiriendo rasgos propios por su estructura económico – social, el asesinato de Díaz y la represión del Estado.

El asesinato en el marco de enfrentamientos sociales, no es inédito en la historia de las movilizaciones en Salta. Pero todos son igualmente desconocidos por la historiografía y la memoria de los expropiados. Consideramos que el desconocimiento de los hechos aquí estudiados puede deberse al peso político y social que tenía Tucumán en la región, lugar donde se estaban desarrollando al mismo tiempo enfrentamientos sociales de envergadura.

Por otro lado, como señalamos al principio, la historiografía salteña tradicional ha ocultado las luchas sociales en la provincia. Además, como ya han señalado historiadores del tema, 59 la derrota de la alianza social revolucionaria en 1976 produjo una ruptura de relaciones sociales, y con ella, desarticuló el conocimiento sobre la experiencia histórica de aquella alianza.