El geólogo y diputado mandato cumplido Ricardo Alonso opina sobre la forma en que la provincia negocia con Nación por el tema de la nueva ley de hidrocarburos. Sugiere que Salta debería pararse firme como lo hicieron las otras provincias productoras y no resignar ni regalar nada.

El Centro de Estudios y Formación Política “Juan D. Perón”, que preside el ex senador nacional Julio A. San Millán, se encuentra abocado al estudio interdisciplinario de una amplia variedad de temas que hacen a la realidad provincial. Uno de ellos es el de la energía. Mientras se trabaja en la elaboración de documentos y dossiers nos llegan las últimas noticias y nos enteramos que “YPF-Gallucio” ofrece pagar más a las provincias díscolas que se le plantaron a la Nación con el tema de los hidrocarburos.

Como se recordará, unos meses atrás comenzó a tomar fuerza la idea de una nueva ley de hidrocarburos. Después de algunos cruces terminaron firmando su adhesión cuatro provincias, entre ellas Salta, junto a Jujuy, Formosa y Santa Cruz. Una lástima porque ahora quedan fuera del reparto. Ocurre que de éstas sólo Salta y Santa Cruz son productoras y tienen un lugar genuino en la OFEPHI u Organización Federal de Provincias Productoras de Hidrocarburos. Jujuy y Formosa fueron productoras con un campo cada una en las capas cretácicas de la Formación Yacoraite tal el caso de Caimancito y Palmar Largo respectivamente. Pero esos campos están agotados y hoy son provincias con potencial pero sin producción.

En cambio se opusieron frontalmente Neuquén, Chubut, Mendoza y Río Negro a las cuales ahora les ofrecen la zanahoria en la punta del palo. No se escuchó nada de Tierra del Fuego siempre encolumnada con el gobierno nacional. Ya perdimos la cuenta de la cantidad de idas y vueltas que tuvo el tema petrolero y gasífero en la historia nacional. Hasta mediados del siglo XIX el petróleo no le interesaba a nadie. Los indígenas del NOA lo usaban para frotarse como aceite protector. Hubo intentos aislados de su aprovechamiento a fines del siglo XIX, pero el clic se produjo con el hallazgo casual en Comodoro Rivadavia en 1907.

Su uso intensivo en motores (en reemplazo del vapor), en el alumbrado público, en los numerosos subproductos que se obtenían de su destilado, hicieron que se volviera valioso y comenzó su búsqueda a lo largo y ancho del territorio argentino. A Salta llegó la Standard Oil y la vieja YPF con sus geólogos, maquinarias rudimentarias, ingenieros en perforación y de a poco fueron alumbrando distintos yacimientos hasta descubrirse el gigante de Campo Durán. Salta y la Nación se enfrentaron varias veces por el dominio de los hidrocarburos y por las regalías.

La última vez que nuestra provincia se impuso y ganó un juicio importante fue en tiempos de don Roberto Romero. Luego llegaría el gobierno de Menem que por un lado impulsaría la Constitución de 1994 que daba a las provincias el manejo y dominio de los hidrocarburos  y también la privatización de YPF en manos de los españoles de Repsol. Si no todos, la mayoría de los políticos de entonces aplaudieron a rabiar la privatización, sobre todo por los jugosos dividendos que dejaba a sus provincias. Néstor Kirchner impulsó la “Ley Corta” que efectivizaba el control provincial pero a la par generaba un congelamiento de los precios y otorgaba suculentos subsidios al transporte público y al gas domiciliario. La matriz energética se volvió fuertemente dependiente de los hidrocarburos líquidos y gaseosos.

Las empresas comenzaron un largo y sostenido periodo de desinversión. Ya no convenía explotar y menos explorar en el territorio nacional. Muchas usaron sus sedes en Bolivia para producir allí y mandar el fluido por el caño hacia Buenos Aires aprovechando la abismal diferencia entre lo que se pagaba en Argentina y lo que se pagaba al gas importado de Bolivia. El subsidio tampoco fue parejo y por el contrario las grandes urbes dueñas de los votos recibieron mayores beneficios. El dueño de una mansión en un country en Buenos Aires pagaba menos gas que un vecino que compraba su garrafa en La Poma. Un día como por arte de magia el pueblo y sus gobernantes descubrieron que Vaca Muerta no era lo que su nombre indicaba sino un gigantesco reservorio de hidrocarburos no convencionales (shale-oil y shale-gas), yacentes en la vieja roca madre petrolífera. El segundo de gas y el cuarto de petróleo más grande del mundo.

La consigna ahora era echar a Repsol-YPF. Se vino la renacionalización y otra vez todo el mundo a aplaudir. Pero los catalanes nos metieron un tremendo juicio por unos 5 billones de dólares. Nuestros políticos, De Vido, Cameron, Kicillof, etc.,  dijeron que los españoles nos iban a tener que pagar a nosotros por el “daño ambiental”. Los terminamos corriendo a billetazos limpios pagándoles “de bronca” casi el doble de lo que reclamaban. Brufau y sus catalanes van a vivir a nuestra costa por varias generaciones. Resulta que ahora YPF va por todo de nuevo y se extorsiona a los gobernadores con el tema de las deudas provinciales, planes, coparticipación, o lo que sea.

Hemos recorrido un largo camino desde aquella YPF histórica, a la YPF-Mosconi, la YPF-Menem, la YPF-Repsol y la actual YPF-Gallucio (y su raro contrato con Chevron). La matriz energética está fuertemente deformada y es claramente dependiente de los recursos hidrocarburíferos. Importamos unos 12 billones de dólares en energía; para desarrollar Vaca Muerta y otros no convencionales se necesitan unos 20 billones anuales según un reciente informe de ex secretarios de energía; el gas convencional está prácticamente agotado; los grandes gasoductos a Chile están vacíos; el gas importado de Bolivia pasa de largo y no deja ni míseras regalías. Los no convencionales son el futuro y Salta tiene dos cuencas superpuestas.

Así las cosas, Salta debería pararse firme ante la Nación como lo hicieron las otras provincias productoras y no resignar ni regalar nada.