Los privilegios concedidos a las transnacionales mineras carecen de sentido cuando la demanda internacional por los recursos naturales crece día a día. En el caso del litio, sólo se explican por un engaño del que se beneficiarán pocos. (José Agüero Molina)

Si uno se guiara por los discursos triunfalistas del gobierno salteño, podría creer que la provincia está a un paso de ser inmensamente rica gracias a la producción de litio, el oro blanco que parece salir de la tierra para curar su endémico tercermundismo justicialista. Se habla de grandes inversiones, de fuentes de trabajo y del soñado ingreso al podio tecnológico mundial, sin que llegue nunca a la prensa el sordo clamor de los que vieron las orejas al lobo y se niegan a ser arrasados por la mentira oficial.

Pero vamos al litio, fruto de la embestida publicitaria actual y de un gigantesco negocio del que a Salta sólo le quedarán monedas y daño ambiental. Se trata del metal más ligero que existe, presente en rocas, agua marina y salmueras, aunque por los altos costos y dificultades de extraerlo de la roca y el agua marina, la mejor opción es hacerlo de salmueras subterráneas, el 85 % de las cuales están distribuidas entre Bolivia, Chile y Argentina, algo así como una OPEP, pero de litio. Su utilidad comenzó hace más de un siglo, pero se disparó a partir de la demanda industrial para la fabricación de baterías de gran variedad de artículos electrónicos y de la aparición del auto eléctrico, debido a la capacidad del litio de almacenar mayor carga energética y por más tiempo que cualquier otra batería del mismo tamaño. En este contexto, el material más puro que se puede obtener es el litio metálico, comercializado como carbonato de litio a unos U$S 10.000 la tonelada y cuya demanda ha venido creciendo a un promedio de 10,4% por año.

 El litio, tan blando que se puede cortar con un cuchillo, es la clave de las baterías litio-ión (desarrolladas por Sony en los ’90), gracias a su alto potencial electropositivo, que le permite brindar gran densidad de energía y potencia por unidad de masa, sólo superado por el hidrógeno. Estas características lo vuelve imprescindible –al menos por ahora- para quienes que buscan producir vehículos eléctricos a partir de dos tipos de baterías: las primarias (no recargables y desechables) y las secundarias, que permiten numerosos ciclos de carga y descarga. Cabe aclarar que las baterías de litio-ión no son apropiadas para un auto, porque si se las sobrecarga pueden explotar e incendiarse. La única que puede hacerlo es la de litio-oxígeno, pero no se ha logrado hacerla recargable y presenta muchas dificultades. Pese a ello, se espera que para el año 2020 el 20% de los autos sea eléctrico.

LITIO 1

Según Daniel Galli, director gerente de Ady (Salar del Rincón, Salta), en la puna argentina hay más de 400.000 hectáreas de salares con potencialidad de litio, casi la mitad que el mayor yacimiento de Bolivia; podrían producir 200.000 toneladas, mientras el precio continúa en suba. Según el Departamento de Estudios Geológicos de EE.UU, en 2000 se cotizaba a US$ 2000 la tonelada, pasó a U$S 5.500 en 2005 y a U$S 6.400 en 2009, hasta los U$S 10.000 actuales. Si continuase el ritmo, se trata de un negocio que –sólo en desarrollo de baterías para vehículos eléctricos- pasará de U$S 100 millones anuales a U$S 103.000 millones en las próximas dos décadas. Los precios se han disparado 47 % respecto de su promedio de 2015 y Citigroup proyecta que la tendencia se mantenga hasta 2017, a medida que la demanda aumenta 64 % a 2020, pues China se ha fijado la meta de 5 millones de autos eléctricos para 2020 y Audi anunció su deportivo utilitario eléctrico para 2018. Tesla, el fabricante de autos eléctricos de lujo, abrirá su primera «Gyga-factory» y requerirá 25 mil toneladas de hidróxido de litio por año, el 45 % de la oferta mundial.

Los dueños de la torta

La producción mundial se concentra en 11 países liderados por Chile, que vende 12.000 t/a, (43,8 % del mercado), seguido de Australia, China y Argentina, que abarca el 11,68 % del mercado con la venta de 3.200 t/a, pero es el 3º productor mundial con un solo yacimiento en explotación. Chile es el Nº 1 en carbonato de litio, con reservas controladas por Chemetall, subsidiaria de Rockwood Holdings Inc. y Soquimich, del Estado chileno, las que producen 40.000 ton3 de carbonato de litio y abastecen 1/3 del mercado internacional. Sus reservas fluctúan entre 3 y 6.2 millones de toneladas del litio más puro del mundo y con fácil acceso al transporte marítimo. Bolivia aún no explota su yacimiento, pero se estima que el Salar de Uyuni cambiará el panorama mundial con sus reservas de U$S 515.000 millones, siempre que lo permita la Federación de Campesinos que expulsó a la poderosa Lithium Corporation en la misma época en que dicha empresa firmaba contrato para explotar Salar del Hombre Muerto en Catamarca, desde donde exporta litio por valor de U$S 50 millones. Esta empresa procesa el cloruro en General Güemes, Salta, exportándolo a Estados Unidos a través de Chile, representando el 40% del total del litio importado por ese país y el 12% del mercado de litio del mundo. Según la empresa, genera 240 empleos directos; según la Secretaría de Minería, 48 personas en Salta y 110 en Catamarca, más unas 450 en forma indirecta.

Argentina, país generoso

El inédito interés por el litio ha generado reacciones distintas en las leyes de Chile, Bolivia y Argentina, demostrando el nulo interés que nuestros legisladores tienen en el bien común. En Chile, ya en 1.979 el litio pasó a ser un mineral no concesionable, por considerarse recurso estratégico, limitando la cantidad que las empresas pueden extraer, considerando que las reservas de la Sociedad Química y Minera de Chile se podrían acabar en 2023 y las de Chemetall en el 2040. Bolivia, cuyas reservas son las más grandes del mundo, declaró que el Salar de Uyuni es Prioridad Nacional y creó la Confederación Minera Boliviana para la exploración, explotación, comercialización e industrialización del litio, así como la construcción de una planta para la producción de carbonato, guiado por un Comité Científico de Investigación para la Industrialización de los Recursos Evaporíticos, con expertos de universidades, compañías privadas y gente del mismo gobierno que intercambian conocimientos.

En Argentina, en cambio, el litio carece de una regulación especial, por lo tanto se le aplica el régimen minero común, cuya ley 24.196 creó las condiciones para la entrega de los recursos a empresas extranjeras, con pocas o nulas restricciones. Si bien esta ley fue modificada por las leyes 24.296, 25.161 y 25.429, acentuaron el privilegio a las empresas mineras trazado en los ‘90. Como contraparte, las empresas tienen que pagar regalías a las provincias, un ínfimo porcentaje del precio del mineral en boca de pozo y que no puede ser mayor al 3%, aunque en Salta apenas llega al 0,3 %. Leyes de una permisibilidad insólita incluyen el irrestricto acceso a los gasoductos y al agua, mientras sólo tributan el Impuesto a las Ganancias, el IVA, Ingresos Brutos y un Canon Minero que alcanza a $80 para las minas de primera categoría. ¡Cinco dólares!

Sin embargo, estos tributos casi no se pagan en la práctica, pues pueden deducir la mayor parte de sus gastos de exploración y conservación del ambiente, beneficiándome con la amortización acelerada de máquinas, construcciones y vehículos, devolución anticipada y financiamiento del IVA para la importación o compra local de bienes vinculados con la construcción de infraestructura y los gastos de exploración. También pueden deducir el 100% del Impuesto sobre los Combustibles Líquidos y aún más: la Ley N° 24.228 establece que las provincias deberán propiciar la eliminación del pago de gravámenes y tasas provinciales y municipales y el Impuesto de Sellos en actos jurídicos vinculados con la prospección, exploración o explotación minera.

Las mineras tampoco pagan el Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta, las tasas aduaneras y los aranceles de importación de equipos, bienes durables de producción e insumos, ni la contribución a la propiedad minera, ni el Impuesto a los Créditos y Débitos Bancarios, ni retenciones a las exportaciones. Como beneficio adicional, están eximidas de la obligatoriedad de liquidar las divisas provenientes de sus exportaciones en cuentas locales. La Secretaría de Minería ni siquiera puede suministrar las cifras que la minería eroga en concepto de cada tributo, ya que depende de los balances de dichas empresas…los que son secretos.

Tan linda que enamora

Salta, que tan generosamente recibió una planta de nitrato de amonio obsoleta y rechazada por Bolivia por su altísima peligrosidad, no podía quedarse atrás con el litio y dio ingreso a varias empresas transnacionales, mimadas y privilegiadas a un punto que llama la atención. En Salar del Rincón se ha instalado una subsidiaria de The Sentient Group, con 50 salares y el mayor recurso de sulfato de sodio del país, cubriendo 110 km2, la mitad con enriquecimiento de sulfato de sodio, rico en litio, potasio, sodio y boratos, planificando producir carbonato de sodio, sulfato de sodio y ácido bórico a un costo de U$S 106 millones, más una planta para la producción de carbonato de litio.

Incahuasi pertenece a Lithium Americas Corp, con 7.100 has de altas concentraciones de potasio y bajas de litio. Pocitos, Arizaro y Salar Mariana son propiedad de la misma empresa, con 74.400 has los dos primeros y 120 km2 el tercero. Salar de Diablillos, Salar de Centenario y Salar de Ratones son de Rodinia Minerals. Diablillos tiene 2.700 hectáreas y representa 75% del salar, con concentración probada de litio. Centenario y Ratones poseen 682 has y 600 has respectivamente. Por último, cabe nombrar a Mina Rosa II y Mina Rosadita II, de Marifil Mines Limited, situadas en el borde del salar de Llullaillaco. Súmese aPosco, la principal siderúrgica de Corea del Sur, que anunció la construcción de una planta para la producción de litio en nuestra provincia y al grupo Eramet, que va a invertir U$S 260 millones en sociedad con la empresa pública Remsa. De esta manera, el NOA contiene a varias de las principales empresas que buscan litio: ADY Resources, Ekeko, Lithium1, Orocobre, South American Salars, Minera Exar, Compañía Minera Solitario Argentina, Latin American Salars, Rodinia y Bolera, joint venture de los grupos franceses Bolloré y Eramet.

Preguntas sin respuesta

El gobierno de Urtubey ha ignorado lo dispuesto por la Constitución Nacional (Art. 75) en dar participación a los pueblos originarios, cuyas demandas también fueron ignoradas cuando se las llevó a la Justicia. Poco o nada se sabe del impacto ambiental, el que podría ser gravísimo sin un adecuado control por el Estado, que más actúa como “socio” de las mineras en sus intereses económicos, que como garante del interés público. Cabe decir que el proceso de obtención de carbonato o cloruro de litio es altamente intensivo en agua, requiriendo 2 millones de litros de agua potable por cada tonelada de litio: si ADY puede producir 15.000 toneladas anuales, los salteños perderemos 30.000 millones de agua pura por año y sin obtener nada a cambio.

Súmese a esto que la floculación de hidróxido de magnesio decanta enormes montículos de un polvillo sujeto a los caprichos del viento, afectando la salud de las poblaciones de los salares. La construcción de grandes piletas de evaporación, terraplenes y la planta de procesamiento afectan y modifican el paisaje y el ecosistema, lo que tampoco se tuvo en cuenta. Nada se dice ni se hace al respecto, ni hay previsiones sobre lo que sucederá cuando el litio se termine, las empresas se vayan y Salta quede devastada, sin más beneficiados que los socios de quienes permitieron la degradación.

Todo indica que, como ya pasado con el oro, la plata, el hierro, el uranio, el magnesio y tantos otros minerales, en el primer mundo quedará la tecnología y aquí el impacto socio-ambiental y la miseria de muchos para favorecer a pocos. En este sentido, los salteños –en términos de la historia exportadora argentina- pasamos de vender la carne faenada a vender la vaca viva, sin nada que deje algo de riqueza en la provincia. Por ahora no hubo un solo legislador, juez, o periodista que se pregunte quién se está beneficiando de este engaño, pues es claro que Salta lleva las de perder.