El jefe comunal de Embarcación sigue acumulando manchas. La prensa nacional lo ubicó como un ploteador serial hace poco y ahora un informe de auditoría publicó la pésima administración de los recursos públicos en su municipio. (Gonzalo Teruel)

Con Sergio Leavy lejos del frente oficialista, con Andrés Zottos más preocupado en una candidatura nacional que en el pago chico y con Marcelo Lara Gros con un municipio en permanente conflicto social, Alfredo “Fredy” Llaya se consolida como el hombre fuerte del norte provincial para Juan Manuel Urtubey.

Mandamás de Embarcación desde tiempos inmemoriales, Llaya tuvo mala prensa en las últimas semanas cuando fue incluido (por aporte de sus propios vecinos) en el listado de “intendentes ploteadores” que elaboró el canal Todo Noticias. Con fotos y videos quedó demostrado por la señal de cable y para todo el país como el jefe comunal inscribe su nombre en todo el mobiliario urbano de la localidad norteña.

“TN reportó que el intendente de Embarcación le puso su nombre hasta a los bancos de plaza ‘pero no en vinilo o lona, sino que lo incluyó en las piezas de metal fundido’. El norteño jefe comunal ploteó absolutamente todo con su nombre: la maquinaria pesada, los vehículos municipales y los camiones de basura” resumió Cuarto Poder hace pocas semanas en su página de Internet. Pero eso es lo menos malo que puede decirse de la administración de Llaya. Un informe de la Auditoría General de la Provincia, realizado en abril de 2016 sobre el ejercicio 2013, concluyó con horribles consideraciones sobre la forma de administrar los recursos municipales por parte del intendente y sus colaboradores.

“El Municipio de Embarcación, deberá tomar las medidas conducentes a la elaboración de la Cuenta General del Ejercicio” reclama el informe y además exige, entre otras varias cosas, que “deberá tomar las medidas conducentes a: Elaborar un Presupuesto General Anual; Presentar el mencionado Presupuesto Anual al Concejo Deliberante; Emitir de manera oportuna los instrumentos legales que autoricen modificaciones al presupuesto que considere necesarias”. En buen romance la Auditoría pide que Llaya elabore un Presupuesto y que lo someta al Concejo Deliberante y que, en caso de necesitar modificarlo, informe oportunamente por qué.

Todo esto porque ni siquiera los auditores, experimentados especialistas en administración pública, pudieron entender el origen, recorrido y destino de los fondos públicos manejados por el histórico intendente. Casi 30 “observaciones” por parte de la Auditoría dan cuenta del absoluto desapego a la normativa vigente en la gestión Llaya.

Pese a que la Carta Orgánica Municipal y la Ley de Contabilidad lo prohíben, el Municipio de Embarcación no tiene una pauta presupuestaria anual sino bianual. En el caso en cuestión, los auditores descubrieron que el Presupuesto 2012/13 “preveía un total de Recursos para el año 2013, en la suma de $45.282.394, y un total de Erogaciones para el año 2013, en la suma de $45.233.008” pero, por alguna razón nunca explicada, en abril de 2014 el intendente “introdujo modificaciones al presupuesto original del año 2013 y de esta manera, el total de Recursos Presupuestados Definitivo, ascendió a la suma de $48.958.535 y el total de Erogaciones Presupuestadas Definitivas, ascendieron a la suma de $67.848.622”.

Así, sin más, las erogaciones (gastos y pagos) saltaron de unos $45 millones a casi $68 millones. “El cotejo de Recursos y Erogaciones arroja un déficit de $18.890.086 y un déficit en la Ejecución Presupuestaria de $18.853.583, respectivamente” plantea, sin explicación posible, el reporte de la Auditoría que además advierte que “no se exponen en el Ejecución Presupuestaria” recursos que, según la Tesorería General de la Provincia, superaron los $2,4 millones en concepto de Plan Mas Cerca, Fortalecimiento Tributario ITRON, Fortalecimiento Tributario Obleas, Foro de Intendentes, Consejo Profesional de Ciencias Económicas.

El manejo de los caudales públicos por parte del intendente es tan burdo que, siempre para el año 2013, informó gastos por más de $36 millones cuando la provincia le giró algo más de $31 millones. Esa diferencia de unos $5 millones resulta, también inexplicable para los auditores.

“El Municipio de Embarcación registros superiores a las remesas efectuadas por la provincia según el siguiente detalle: Coparticipación Nacional $4.483.070, Coparticipación Provincial $21.000, Regalías de Gas $508.700, Fondo Compensador $48.390, Asistencia Crítica y Programa Social $166.044”. Según sus propios documentos, “Fredy” Llaya recibió más plata de la que le mandó el entonces ministro de Economía Carlos Parodi. Sin embargo y pese a esta increíble habilidad para multiplicar los recursos, al cierre del ejercicio 2013 la Municipalidad de Embarcación terminó con deudas de casi $4 millones. Al 31 de diciembre la Deuda Consolidada (cheques diferidos) sumaba $3.170.924, la deuda flotante (proveedores varios, bienes y servicios) unos $745.335 y otras deudas menores unos $80.000 más.

Así las cosas, antes de darse un martillazo en la cabeza, los profesionales de la Auditoría General de la Provincia concluyeron que al menos para el ejercicio 2013 el Municipio de Embarcación “no presenta razonablemente, ni expone de acuerdo con las normas contables, profesionales y legales” la ejecución presupuestaria de Recursos, Gastos, Deuda Pública y Bienes del Estado.

Así es la contabilidad pública en los dominios de Alfredo “Fredy” Llaya, cuestión de magia o fe. Mientras tanto, cada vez más necesario para el gobernador Juan Manuel Urtubey, el “ploteador serial” sigue con las andanzas y la semana pasada colgó un cartel luminoso con su nombre en la sede municipal y se prepara para ocupar un lugar en el Senado, a través de su esposa Nora Cannuni, si Andrés Zottos es elegido diputado nacional.