Mujeres del Bajo Flores presentaron un micro escolar para transportar a niñas y adolescentes que asisten a escuelas de ese distrito como una estrategia de autodefensa y solución colectiva contra las desapariciones y abusos que sufren en el trayecto entre sus casas y las escuelas.

El micro popular vio desahuciarse su origen macho desde que le grabaron el frente con el nombre de Domitila Barrios Chungara, minera, dirigente, indígena y madre, protagonista junto con otras mujeres de una huelga de hambre en Bolivia, que terminó en 1978 con el derrocamiento de la dictadura de Hugo Banzer. La máquina feminista es el resultado de una estrategia de fortalecimiento y cuidados que en 2015 emprendieron organizaciones políticas y sociales, mujeres, docentes y adolescentes del Bajo Flores y marca desde esta semana, con presentación oficial hoy frente al Consejo Nacional de las Mujeres, el corredor seguro entre las escuelas y las casas, como una solución y defensa colectiva contra las desapariciones y abusos de niñas y adolescentes en los trayectos de ida y vuelta entre sus casas y escuelas. “La Domitila”, como se la bautizó en el Barrio Rivadavia, su base y origen, tiene capacidad para cuarenta personas, es manejada por una conductora de la comunidad boliviana con carnet profesional y madre de uno de los chicos que asisten a las escuelas secundarias de la zona. Transporta a diario y en forma gratuita a alumnas de unos seis establecimientos.

La iniciativa “para que ninguna más nos falte. Recorrido seguro para nuestras pibas”, nació en 2016 al calor de asambleas y reuniones comunitarias desde el Movimiento Popular la Dignidad (MPD) y la Corriente Villera Independiente (CVI). Vislumbraron la posibilidad de autogestionar un medio de transporte al detectar que muchas desapariciones ocurrían de camino a la escuela o durante el regreso a casa. “Esos eran los momentos en que las captaban y desaparecían”, relata Agustina Vidales Agüero, vocera y referente del MPD. “Pensamos entonces que había que encontrar una forma segura de ir y volver de las escuelas, y nos organizamos en asambleas con adolescentes y familias para hacer realidad el micro que presentamos hoy”. Y que esta semana inició su recorrido en los turnos mañana y tarde de las escuelas Técnica N° 5, Liceo N° 12, Comercial N° 21, Normal N° 4 y Escuela N° 10. “Apuntamos a un número de cuarenta alumnxs por turno y se irán sumando otras escuelas”, explica Agustina. “Proyectamos agregar nuevos micros, porque con uno solo no alcanza.”

Naranja y blanca, como toda carrocería que el mito escolar manda, La Domitila fue arreglada, pintada y puesta a punto por la militancia del MPD y de la Corriente Villera Independiente, involucradas en la búsqueda de un freno a las violencias y desapariciones sistemáticas de chicas de entre 11 y 16 años que se registraban desde mediados de 2015. “Las familias comenzaron a acercarse a nuestra organización, en la Casa de las Mujeres en el Bajo Flores, para pedir ayuda ante la desaparición de sus hijas”, expresa un comunicado de La Dignidad. “Algunas retornaron y otras fueron halladas gracias a la movilización y la denuncia de sus familiares, sus docentes, de vecinas y vecinos, militantes sociales y organizaciones populares. En cada asamblea, con el compromiso de la comunidad, con el esfuerzo y la responsabilidad de las compañeras que vienen rescatando pibas desde hace años, nace La Domitila.”

Para las mujeres del Barrio Rivadavia, 2015 fue el año del desasosiego. A los enfrentamientos entre bandas narco que teñían el aire a balazos con sangre de inocentes, se les sumó una serie de episodios extraños que fueron identificados gracias a la trama solidaria entre vecinas. Sus hijas estaban desapareciendo, y al cabo de un tiempo que se suspendía por horas o días, las chicas regresaban confundidas, atrapadas en una zozobra que encerraba violencias y abusos. “En la Casa de las Mujeres veníamos haciendo talleres y acompañamiento, y muchas nos trajeron la problemática de que sus hijas estaban siendo acosadas a través de Facebook por personas que tenían perfiles falsos”, dice Agustina. “Los acosos llegaron hasta el intento de secuestro de una adolescente y a una situación de abuso sexual de otra chica. Empezamos a acompañar a sus familias en la búsqueda de justicia, hicimos las denuncias y nos fuimos organizando en el barrio, con las y los docentes de las escuelas a las que asisten las pibas, y desde el MPD y la Corriente Villera Independiente que estamos en el territorio.”

La necesidad imperiosa de generar espacios con adolescentes se manifestó en la ausencia de alternativas para un desarrollo en libertad que aportaran redes de sociabilización entre pares. “En el acompañamiento vimos que las chicas quedan muy encerradas haciéndose cargo de sus hermanas y hermanos menores, y de la limpieza de la casa, producto de una situación económica en la que la madre y el padre, y en muchos casos la madre como única jefa de familia, tienen que salir a trabajar-. Entonces el único medio de comunicación con otros de su misma edad es el Facebook.” La red social, precisamente, desde donde funciona el aparato que ubicaba, seducía y captaba a las niñas y adolescentes del barrio.

El mecanismo de acción fue multiplicador: vecinxs, familias, organizaciones y docentes de las escuelas del distrito activaron búsquedas, visibilización y difusión por las redes sociales revirtiendo el síndrome amenazante, con escraches en las fiscalías para movilizar las causas, cortes de calles y charlas en las escuelas. “Hoy podemos decir que todas las pibas que buscamos las encontramos organizándonos en la comunidad”, concluye Mafalda Sánchez, referente del MPD. “Y si bien el micro es una gran herramienta para prevenir estas situaciones, no es la única: también estamos ampliando los encuentros de adolescentes, el trabajo en los distritos escolares para poder dar talleres y los ámbitos de discusión sobre estos temas, y seguimos exigiendo que se cumpla con la Ley de Educación Sexual Integral.” Para fortalecerse en esos espacios donde los sentimientos cuentan y el miedo se exorcise.

Fuente: pagina 12