Horacio Verbistky volvió a referirse a Salta en su habitual análisis político de los domingos. Afirmó que el oficialismo no esperaba éxitos en Santa Fe ni en Mendoza donde se dieron sus respectivas PASO pero enfatizando que los resultados salteños alarmaron a la oposición que quiere forzar un acuerdo Macri – Massa.

“Las primarias de hoy en Santa Fe y Mendoza (9 y 4 por ciento del padrón nacional), donde los candidatos del Frente para la Victoria no aspiran a nada mejor que la segunda colocación, devolverán algo de color al rostro de los principales candidatos de la oposición, Maurizio Macri y Sergio Massa, quienes empalidecieron el último domingo. Incluso, los magros resultados obtenidos en Salta por la fórmula apoyada tanto por el PRO como por el Frente Renovador reanimaron las presiones mediáticas y corporativas sobre el porteño Macrì y el bonaerense Massa. El reclamo de mínima: que disputen la candidatura presidencial de un espacio común junto con la UCR, tal como planteó la línea derrotada en la Convención de Gualeguaychú. El de máxima: que Massa se resigne a competir por la gobernación bonaerense. Esta es la combinación ideal para quienes sólo piensan en obturar la posibilidad de un nuevo mandato del Frente para la Victoria, con alta incidencia del kirchnerismo, tanto desde posiciones políticas cuanto institucionales en el próximo Congreso”, reza uno de los párrafos centrales de la columna del “Perro” Verbistky en su columna de los domingos en Página 12.

Sobre las dificultades prácticas del potencial acuerdo, el columnista de Página 12: el hecho de que el PRO tenga base en la Ciudad Autónoma pero no en la provincia de Buenos Aires donde ni siquiera tiene personería electoral en no de ellos. Se recuerda allí que en febrero la Junta Electoral bonaerense declaró la caducidad de su personería por no haber llegado al 2% de los votos en las últimas dos elecciones tal como requiere la ley electoral vigente.

Las restricciones son más acuciantes en el Frente Renovador. Aparte de la herida narcisista que implicaría contentarse con lo que hasta ahora ha sido (un exitoso candidato bonaerense de dificultosa proyección nacional), Massa enfrentaría una segura aceleración de la rebeldía que ya comenzó con el reflujo hacia el Frente para la Victoria de intendentes y legisladores que habían surfeado la ola hacia Tigre. El mes pasado, Massa tuvo un anticipo de lo que podría ocurrir si se replegara de la Nación a la Provincia, cuando intimó a tres de los cinco precandidatos a la gobernación a despejar el camino para sus dos preferidos: Darío Giustozzi y Francisco de Narváez. Felipe Solá desmontó con prontitud gauchesca, pero la petrolera Mónica López amenazó con un incendio memorable y Jesús Cariglino con mudarse a otra toldería, como hizo antes que todos Gustavo Posse. De Narváez es el único postulante bonaerense sin ambiciones presidenciales, ya que su nacimiento en Colombia lo descarta para el Poder Ejecutivo. Pero eso mismo lo tornaría intratable si Massa decidiera ocupar su lugar en la Provincia. Hacia dónde saltaría en tal caso el colorado del ideograma en el cuello es difícil de predecir. En cambio Giustozzi ya está averiguando dónde tienen parada los trenes de su amigo Floppy.

Otra alternativa que contempla Macrì es la integración de la fórmula con Carlos Reutemann como candidato a vicepresidente. Con el anuncio del acercamiento del ex gobernador santafesino, el subibaja elevó a Macrì y fondeó a Massa. Reutemann, cuyo mandato como senador concluye el 9 de diciembre, está dispuesto a volver al recinto, ya sea reelecto en acuerdo con el PRO o a tocar la campanilla como representante de un eventual ejecutivo macrista. Sin embargo, Macrì aún no le hizo el ofrecimiento, para lo cual tiene dos buenas razones: igual que con Massa, el riesgo es desperfilarse como El Opositor No Peronista. Pero además aguarda a esta noche para saber cuántas de las simpatías que Reutemann conserva en su provincia son trasladables a los candidatos del PRO, que en Santa Fe no son aliados de la UCR. Miguel Del Sel, cuyas doctrinas de género son aún más extremas que las del Papa Francisco, creció a expensas del peronismo con la luz verde de Reutemann, pero ese fenómeno parece haber tocado un techo, con la ayuda del propio Del Sel. A los 73 años, todo el entusiasmo que le queda a Reutemann es el que le insufla su joven esposa, ávida de jugar en las grandes ligas. Del Sel tampoco ayuda. Después de sus referencias ofensivas al sexo femenino, Macrì le pidió a Ernesto Sanz el bozal que tenía reservado para Nito Artaza, pero en cuanto le aflojaron la mordaza hizo añorar sus groserías hacia las mujeres:”¿Qué le parecería la fórmula Macrì-Reutemann?; Bien. El Lole está acostumbrado a ir segundo”.