Dos salteños también fueron claves en la política nacional aunque no en busca de la vicepresidencia. Félix Uriburu inauguró en 1930 los Golpes de Estado que asolaron al país en el siglo XX y Robustiano Patrón Costas habría llegado a la presidencia, fraude mediante, en las elecciones de 1944 abortadas por el Golpe de 1943. (G.T.)

Mucho antes pero ya como militar había mostrado aires golpistas al formar parte del Grupo de los 33 Oficiales que colaboró con la revolución radical de 1890 y jaqueó al presidente Miguel Juárez Celman. Posteriormente, colaboró con su tío José Evaristo y con los presidentes Luis Sáenz Peña y Manuel Quintana para sofocar las revueltas radicales hasta que en 1907 fue nombrado director de la Escuela Superior de Guerra y enviado a Alemania para perfeccionarse en programas de entrenamiento militar y equipos. Allí conoció las doctrinas totalitarias europeas como el fascismo y el nazismo de las que se hizo seguidor y que le valieron el mote de “Von Pepe” con el que sus compañeros de armas lo llamaban mientras conspiraba para derrocar al presidente Hipólito Yrigoyen.

Su breve presidencia se caracterizó por el intento de reinstalar una argentina conservadora pero de corte fascista que, por ejemplo, contemplara el voto calificado. Fue Uriburu quien encargó a Leopoldo Lugones la redacción de la proclama revolucionaria conocida como “La hora de la espada” para justificar el ataque a la naciente democracia. La lectura de algunos de los pasajes de ese escrito nos deja con la desoladora sensación que en ellos habita el marco conceptual de todos los golpes de Estado de nuestro país:

“El Ejército y la Armada de la Patria, respondiendo al calor unánime del pueblo de la Nación y a los propósitos perentorios que nos impone el deber de argentinos en esta hora solemne para el destino del país, han resuelto levantar su bandera para intimar a los hombres que han traicionado en el gobierno la confianza del pueblo y de la República el abandono inmediato de los cargos, que ya no ejercen para el bien común, sino para el logro de sus apetitos personales. Les notificamos categóricamente que ya no cuentan con el apoyo de las fuerzas armadas, cuyo objetivo primordial es defender el decoro personal, que ellos han comprometido, y que no habrá en nuestras filas un solo hombre que se levante frente a sus camaradas para defender una causa que se ha convertido en vergüenza de la Nación. Les notificamos también que no toleraremos que por maniobras y comunicaciones de última hora pretendan salvar a un gobierno repudiado por la opinión pública, ni mantener en el poder los residuos del conglomerado político que está estrangulando a la República” escribió el poeta y el presidente de facto ordenó fusilamientos y deportaciones.

Esa violencia artera y la simpatía por los nazis le quitaron el apoyo que necesitaba para gobernar el país. Sus otrora aliados, con Agustín Pedro Justo a la cabeza, querían comerciar libremente con Gran Bretaña y Uriburu y su fanatismo lo impedían. En 2012 y 2014, en las ciudades bonaerenses de Bolivar y Balcarce se retiraron los monumentos de homenajes al primer dictador de la moderna Argentina.

Patrón de estancia

Otro salteño, Robustiano Patrón Costas (1878-1965) estuvo cerca del poder en los años anteriores al surgimiento del peronismo. Los historiadores coinciden en que Patrón Costas, fraude mediante, se impondría en las elecciones previstas para 1944 pero un golpe de Estado le cerró el paso a Casa de Gobierno.

Miembro de la influyente familia dueña del Ingenio San Martín del Tabacal, con poco más de 20 años fue ministro de Hacienda de Ángel Zerda y ministro de Gobierno de Avelino Figueroa y entre 1913 y 1916 gobernó la provincia. “Gestionó la construcción de canales de irrigación, puentes y caminos, proyectó la ley de protección a la industria vitivinícola y a la industria harinera, y colaboró en la fundación de la Universidad Católica de Salta” repasa una breve y benévola biografía a la debiera agregarse la masacre de indios y criollos en sus cañaverales y en su planta azucarera del norte salteño.

Patrón Costas fue senador provincial entre 1926 y 1929 y senador nacional entre 1916 y 1925 y entre 1932 y 1943. Como presidente provisional del Senado ejerció la presidencia de la Nación en 1942 por enfermedad de Ramón Castillo que había reemplazado al renunciante Roberto Marcelino Ortiz al frente del Poder Ejecutivo.

Los historiadores coinciden en que Patrón Costas, fraude mediante, iba a imponerse en las elecciones previstas para 1944 pero un nuevo golpe de Estado le cerró el paso a Casa de Gobierno. El Grupo de Oficiales Unidos encabezado por Arturo Rawson, Pedro Pablo Ramírez, Edelmiro Farrell y Juan Domingo Perón tomó el gobierno y lapidó la restauración oligárquica pretendida por el salteño.