¿Cuáles son los desafíos y los prejuicios que enfrentan las escuelas, los docentes y los alumnos ante la realidad de las familias homoparentales? Un informe publicado por La nación trata de responder la pregunta.

María Alejandra Aranda y su pareja fueron a anotar a su hijo Tobías a un jardín de infantes público de la Ciudad de Buenos Aires y se encontraron con que los formularios no estaban preparados para poder ser utilizados por matrimonios del mismo sexo, como el de ellas. «Tuvimos que pedir al Ministerio de Educación que los cambiara. A partir de ese reclamo las escuelas cuentan con un formulario adaptado a la nueva realidad», señala la madre.

Miranda y Victoria eligieron un jardín privado de San Isidro para escolarizar a su hija, y se hallaron con otro problema. «Cuando se dieron cuenta de que éramos dos mamás nos dijeron que no tenían vacante, pero luego supimos que sí había. Pensamos en quejarnos, pero finalmente decidimos no enviar a Mercedes a un colegio que hace ese tipo de discriminación. Por suerte ahora encontramos un jardín donde lo mejor que tiene es su maestra. Ella hizo todo bien desde un principio», explica satisfecha Miranda.

Desde que Holanda legalizó la adopción igualitaria en el año 2000, muchos países siguieron sus pasos. La Argentina se convirtió, en 2010, en uno de los primeros en oficializar el matrimonio entre personas del mismo sexo, garantizándoles así los mismos derechos que también incluyen la posibilidad de adoptar.

A siete años de la ley de matrimonio igualitario, más de diez mil parejas del mismo sexo se casaron. Algunas ya adoptaron o tuvieron hijos, conformando así un nuevo tipo de núcleo familiar conocido como familias homoparentales. La sociedad comenzó a adaptarse a la nueva realidad y la escuela es uno de los lugares donde, por prejuicios o desconocimiento, ese cambio puede resultar traumático.

María Alejandra Aranda, secretaria de educación la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), remarca los problemas que enfrentan cotidianamente: «Conozco muchas familias homoparentales que se quejan porque sus hijos tuvieron algún tipo de altercado con compañeros de clase, esto se debe a que los chicos trasladan los prejuicios que existen en sus casas a otros ámbitos, como puede ser la escuela».

Orgullo de hijo

Los miró fijo unos segundos y soltó: «Nunca más hables así de mi familia». El pequeño Lucas cursaba quinto grado en una escuela de Córdoba y, en medio de una pelea, un compañero se refirió de la peor manera a la identidad sexual de sus dos papás. Quién relata esta escena es Juan Delfino que, junto a su pareja Alejandro Rivero, adoptaron a Lucas hace cinco años. «Mi hijo resolvió el problema solo, pero a veces hay que alertar a la escuela sobre estos episodios», cuenta.

«La escolarización de Lucas no fue traumática, más allá de algunos episodios menores. Nosotros vivíamos en un pueblo del interior y allí la escuela festejaba el Día de la Madre. Como parte de la actividad, los chicos debían hacer un regalo para su mamá y Lucas no sabía a quién dárselo. Tuvimos que explicarle a él, y a la escuela, que nosotros somos otro tipo de familia y que esas cosas había que corregirlas. Por ejemplo, cuando la maestra enviaba una nota dirigida a la mamá, generaba dudas en nuestro hijo. No eran hechos graves, pero simbólicamente significaban mucho para Lucas y había que trabajarlo», relata Juan.

Silvia Alderete está casada con Cecilia desde 2011. Lo hicieron 45 días después del nacimiento de Juana producto de una inseminación artificial. Juana hoy está en primer grado y su experiencia hasta ahora fue buena. «Comparado con otras situaciones, la escuela actuó de la mejor manera, aunque nosotras colaboramos y aportamos información a otros padres y herramientas a los docentes para que este cambio cultural no sea traumático. En ese sentido en la escuela no hemos tenido ningún rechazo explícito», destaca.

Convivencia

«Si a algún chico lo cargan por tener padres del mismo sexo, lo abordamos como un tema más desde la convivencia, para trabajar desde los vínculos, el respeto, diversidad y la igualdad», dice Sofía Torres Zavaleta, que integra los equipos de Orientación Escolar del Ministerio de Educación porteño, y agrega: «La realidad es que son nuevas modalidades parentales. Por eso es importante poder acompañar a la familia, al alumno y sobre todo al docente para que pueda trabajar estos valores desde su rol fundamental».

«La consigna es abrir las puertas, naturalizar y ser inclusivo», dice Geraldine Kahan, directora general de Educación Estatal del gobierno porteño. «Propiciamos una alianza con las familias desde el nivel inicial en adelante y no discriminamos por tipo de composición familiar. Al contrario, promovemos desde los primeros años de escolarización una educación sexual integral», agrega.

Kahan señala que es importante trabajar en la comunicación: «Los docentes realizan un excelente trabajo y se adaptaron a estos cambios muy positivamente. En las escuelas de la CABA ya no se envían notas al papá o a la mamá, sino directamente a la familia. Tampoco se festeja, como era antes, el Día del Padre o el Día de la Madre, sino que se celebra el Día de la Familia. Estos detalles ayudan mucho a la integración», explica, y subraya el respaldo profesional que tienen los docentes y padres: «Contamos con Equipos de Orientación Escolar (EOE) que saben cómo actuar ante una determinada situación, siempre entre adultos, porque los chicos generalmente se adaptan de modo natural a todo y sin cuestionamientos».

«Hay que entender que cambió el concepto de familia tradicional», dice Silvia Romitelli, Directora Pedagógica del Colegio Mc Allister de Caballito. «Nosotros no hacemos diferencia en el trato, hablamos con el responsable del alumno de la misma manera, ya sea de una familia homoparental, monoparental o donde haya otra figura paterna, como un abuelo. Sí hablamos con el resto de los padres para que entiendan esto, en el caso de que surja algún problema con uno de los alumnos por ser una novedad. Lo importante es entender los valores familiares», agrega.

«Hace unos años, cuando era directora de una escuela en San Telmo, vino una mujer a buscar a una alumna de cuarto grado, cuando le pregunté por el parentesco me dijo que era la esposa de la mamá y debo reconocer que me sorprendí porque nunca antes me había pasado», relata Sandra Fernández, directora de la Escuela N°5 del Distrito 20. «En ese caso, los alumnos nunca interpelaron la situación, pero hay algunos docentes que pueden tener prejuicios al respecto. Cuando eso sucede, convocamos al Equipo de Orientación Escolar para hablar con ellos sobre el respeto y la tolerancia ante la diversidad», destaca.

«Tuve un caso hace años con una alumna con dos mamás, no hubo ningún problema en la escuela con los alumnos, tampoco con los padres en ese caso puntual. Pero entiendo que puede haber algunos docentes mayores que pueden tener prejuicios porque fueron formados desde otra perspectiva cultural. Hay que hablar mucho con ellos, pero creo que en general todo se naturaliza rápidamente», señala Marcelo Montenegro, director de la Escuela N°5 de Palermo.

Fuente: La Nación