Si los 15 años son la primavera de la vida entonces Gabriel vive el más largo y frio de los inviernos. Tiene 14 años, necesita un complejo tratamiento médico y las autoridades de la provincia no atinan a darle la urgente respuesta que necesita. (Gonzalo Teruel)

“Hace unos años, cuando era más chico, se golpeó el cuello en la escuela en un descuido de las maestras”, contó su madre, Carolina, y recordó que entonces el niño sufrió una inflamación de cabeza y cuello que fue atendida en el hospital de Pichanal “pero los médicos no sabían que tenía porque no bajaba y le provocaba mucha fiebre”.

“Lo trasladaron al hospital de Orán y después de hacerle estudios nos mandaron a Salta” agregó la mujer que actualmente vive junto con su marido y sus otros 7 hijos en una habitación que el Popeye Beisbol Club les presta para que estén cerca del Hospital Público Materno Infantil.

La salud de Gabriel está en peligro. El diagnóstico médico indica que sufre una patología oncológica y que debe realizarse, de inmediato, una quimioterapia y un posterior trasplante de Médula Ósea. Pero la burocracia provincial no reviste en la urgencia de su cuadro médico y no apura el expediente demorado entre escritorios públicos.

El adolescente será tratado e intervenido quirúrgicamente en el Hospital de Niños Dr. Víctor J. Vilela de Rosario de Santa Fe que ya autorizó su ingreso. Pero para eso necesita un par de condiciones sin las que el protocolo médico no tendrá ningún resultado: una droga de imposible consecución en el mercado argentino y una vivienda en óptimas condiciones de higiene y salubridad para recibirlo en el posoperatorio.

“Se necesitarían 450 miligramos de Carmustine (5 frascos de 100 gramos) y no contamos con stock en farmacia. Esa es la medicación más crítica que deberían proveer desde Salta” indicaron desde el nosocomio rosarino al personal del Ministerio de Salud Pública que gestiona el traslado. La producción de ese fármaco está discontinuada y, por ahora, se busca un sustituto que sea autorizado por los médicos responsables del tratamiento. Los otros medicamentos requeridos (Etoposido, ARA C 100, y Melfalam) están en el banco del nosocomio y solo deberán ser reintegrados.

Pero lo más grave y lo que realmente demora el traslado de Gabriel y el inicio del vital procedimiento médico es la falta de una vivienda en condiciones. Trasplantado y sometido a la quimioterapia quedará por meses inmunosuprimido (sin defensas orgánicas) y necesitará un ambiente aséptico que su familia no puede brindarle y que la burocracia gubernamental demora en proveerle.

Pobre de toda pobreza, la familia Villaroel de la etnia wichí vendió sus pocas pertenencias y la vivienda prefabricada en la que vivían en los terrenos fiscales del asentamiento Francini para trasladarse a Salta. La solidaridad del Club Popeye -que como a tantísimas familias del interior salteño llegadas a la capital por cuestiones médicas les presta una habitación- evita que Carolina, su esposo y 7 de sus hijos, queden en la calle mientras Gabriel es tratado en el Hospital Materno Infantil. Pero esta situación no puede extenderse en el tiempo porque, lo dicho, el adolescente necesita un ambiente pulcro, cálido y aireado para evitar una infección que sin defensas le lleve la vida.

“Nunca los vamos a dejar en la calle” garantizan desde el Club Popeye pero, igual que los Villarroel, reclaman la vivienda que el gobierno se comprometió a costear para la adecuada recuperación del paciente. El alquiler de una vivienda en la ciudad es tramitado desde hace meses pero, todavía, no fue concretado.

Bajo la incómoda llovizna de la mañana del jueves Carolina contó que “ya tenemos la vivienda y mi marido le está haciendo arreglos y la pintura”. Pero el dinero para pagar el alquiler y los avales necesarios para cerrar contrato no aparecen y, según supo Cuarto Poder, eso sucede por la insoportable burocracia gubernamental: además de Salud Pública, intervinieron e intervienen en el expediente de Gabriel Villaroel los ministerios de Primera Infancia y de Asuntos Indígenas.

La madre del menor resaltó que el Instituto Provincial de los Pueblos Indígenas de Salta que dirige Romelia Duran y la Municipalidad de Pichanal que encabeza Julio Jalit nunca dieron apoyo y ello consumió y consumen un tiempo de vital importancia para la salud del niño wichí.

Nobleza obliga, los ministerios provinciales están al corriente de la situación y buscan una solución. “Hablé con la doctora de Salud y con el contador de Primera Infancia” reconoció entre cándida y desolada Carolina y Gustavo Gómez, directivo del solidario Club Popeye, agregó que “se comunicaron conmigo desde Asuntos Indígenas”. Pero la plata para el alquiler no aparece.

Menos de $5.000, apenas $4.500, es el dinero por mes que la familia necesita para la recuperación de su hijo adolescente mientras distintos organismos públicos demoran sus gestiones. Como en tantos otros casos, la burocracia pone en riesgo la vida de un niño salteño.

“Villarroel Gabriel, 14 de la localidad de Pichanal, Salta, es el próximo trasplante” informa una nota enviada desde Rosario a la mamá del menor pero, textual, aclara que “la fecha de trasplante sería apenas se consiga la medicación” que el ministerio de Salud dice poder suministrar aunque se requiera con urgencia de esa vivienda que los Carlos Abeleira y-o Luis Gómez Almaras y sus subordinados son los responsables de hacer que eso suceda.