Se cumple el cuarto aniversario desde que se encontraran sin vida los cuerpos de Cassandre Bouvier y Houria Moummi en El Mirador de la quebrada de San Lorenzo, ubicado a unos 16 kilómetros del centro de la ciudad capitalina. Las voces que exigen que se reabra la causa no se acallan. (Franco Hessling)

El año pasado se llevó a cabo el Juicio que terminó por condenar sólo a uno de los imputados, Gustavo Lasi, a la pena de 30 años de prisión. Se absolvió a Daniel Vilte y Santos Clemente Vera, los otros acusados.

Sin embargo no son pocas las voces que rumorean su incomodidad con respecto al fallo y el procedimiento de instrucción, mas algunos de esos runrún toman forma elocuente en denuncias concretas pidiendo que se re-abra la investigación y se conozcan a los verdaderos culpables del hecho.

Entre esas voces está la del periodista francés Jean-Charles Chatard, autor del libro “Autopsia de un doble crimen”, quien asegura que las pruebas que muestra en su investigación ameritan una re-apertura del caso. Se escuda además afirmando que nunca recibió una Carta a Documento por su libro ni por sus declaraciones en contra del Juez de Instrucción, Martín Pérez.

“Una cuestión central es que se instrumente en Argentina la posibilidad de tener identikit genéticos, para conocer los perfiles de las tres cartas de ADN dadas por las pericias realizadas en Francia y en el Instituto Favaloro”, afirma. Los identikit genéticos permiten conocer el color de pelo, de ojos y otros rasgos fenotípicos de las cartas de ADN, y ya han sido reconocidos en sistemas judiciales internacionales.

En la Instrucción del caso, realizada desde Julio de 2.011 hasta que se consustanció el juicio a principios del año pasado, fueron efectuadas tres pericias genéticas. Una por el genetista bonaerense Daniel Corach, que sólo detectó la coincidencia de una carte de ADN con el perfil genético de Gustavo Lasi. Las otras dos pruebas, una realizada en el Institut Français des Empreintes Génétiques de Nantes y otra en el Instituto Favaloro, muestran tres perfiles genéticos extraídos de los genitales de las víctimas: dos masculinos y uno femenino.

A todas las personas que fueron sospechadas a partir de la aparición de los cuerpos y que fueron interrogadas por la Brigada de Investigaciones de Salta, se les extrajo pruebas de ADN. A todas menos a una, casualmente la única mujer, María Fernanda Cañizares, la novia por aquel entonces de Gustavo Lasi.

Chatard se entrevistó con Lasi en el transcurso del juicio, lo hizo amparado por la familia pero sin que se enterasen los abogados del finalmente condenado. En su libro transcribe lo que Lasi le dijo en ese encuentro en la cárcel donde puede leerse que el muchacho afirma su total inocencia, comenta cómo se le extrajo con un isotopo fluidos de su falo, y asegura haber recibido la orden del juez Pérez de declararse culpable para que él interceda liberando a su padre y su novia –Cañizares-, que en el inicio de la investigación también estaban sospechados.

Es decir, si lo que Chatard reproduce en su libro es cierto, los restos de ADN encontrados en los cuerpos pueden ser implantados. “No me sorprendería, en Salta la Justicia hizo todo lo que no debería hacerse para esclarecer un caso”, asevera y agrega que “de todos modos debe conocerse quiénes son esos perfiles genéticos para investigarlos y acercarse a la verdad”.

Pero hay algo más que es elemental en la exposición de Chatard, se trata de que parte de las comunicaciones del celular de una de las francesas no está cifrada por disposición de la ex SIDE. Eso le da pie para disparar “en tanto y en cuanto la presidencia y los servicios de inteligencia no hagan pública esa información, son encubridores en la impunidad que muestra este doble femicidio”.

“Todo hace sospechar que si no habría implicaciones del Poder Político con el doble homicidio, yo hubiese recibido Cartas a Documento o la ex SIDE hubiese prestado esa información tan clave para la investigación”, subraya Chatard. También apunta que “Oscar Parrilli siempre fue el nexo entre el gobierno de Salta, el padre de Cassandre y la presidencia de la Nación”.

Por último califica como “pésimo” al procedimiento de instrucción. Expresa que “la actuación de Martín Pérez es malintencionada, desestima las pericias genéticas de Francia y el Instituto Favaloro, no pide la prueba de ADN a Fernanda Cañizares, abandona la hipótesis que las chicas no murieron en el Mirador de San Lorenzo –a pesar de haber indicios-, y desatiende los caminos que conducen a mostrar implicancia del poder político salteño”.

La obra de Chatard está dedicada a Néstor Píccolo, quien fungía como jefe de la Brigada de Investigaciones cuando se encontraron los cuerpos. Píccolo murió en noviembre de ese mismo año de un tiro en la cabeza, sus allegados aseguran que él investigaba paralelamente todo lo que Pérez solapaba; el orificio de entrada de la bala que lo mató está en el lado derecho de su cráneo y Píccolo era zurdo, sin embargo su muerte fue caratulada como suicidio.